viernes, 26 de julio de 2013

El Cristo, El Hijo del Dios viviente

En la doctrina cristiana existen dos puntos neurálgicos, dos ejes centrales sin los cuales todo el cristianismo se vendría abajo y solo quedaría una cáscara vacía. Se puede creer en un cristianismo decapitado y aceptarlo alegremente, muchos lo han hecho. Pero perdería irremediablemente su autenticidad y el hálito de su poder para salvar y transformar vidas. 

El primer punto lo constituye la condición de Jesucristo como Dios y el segundo es el hecho que revela lo primero; su resurrección. 

El apóstol Pablo incluye estos dos puntos en la declaración de fe necesaria para recibir la salvación de Dios:
“Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levanto de los muertos, serás salvo”. Romanos 10:8-9 
Como es posible observar estos dos puntos son los pilares de la autentica fe cristiana y es, por ello, que son especialmente atacados. Dichos ataques pueden estar materializados en publicaciones académicas, pero son más eficaces si están presentados a través de medios de entretenimiento popular como novelas, películas y documentales. 

Está claro que ambos pilares de la fe cristiana son cuestión de fe. Nadie está obligado a creerlos. Ni se pretenden demostrar aquí. Sin embargo, en la campaña del que puede llamarse “Lobby gnóstico”, muy activo y agresivo en los últimos años, se han planteado afirmaciones difamatorias a la cristiandad que pueden ser refutadas con absoluto rigor. La principal de ellas es la pretensión de que la divinidad de Jesucristo es un invento de sus seguidores tardíos y que fue impuesta como dogma recién en el concilio de Nicea del año 324. Según esta posición Jesús fue un gran maestro humano que nunca predico su divinidad, no la entendieron así sus seguidores ni siquiera sus enemigos.

Para refutar esto empecemos con la pregunta que el propio Jesucristo planteo a sus discípulos sobre quien es realmente él hace casi 2000 años: 
Cuando llegó Jesús a las regiones de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?
Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o uno de los profetas.
Les dijo: Pero vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondió Simón Pedro y dijo:
¡Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente!" Mateo 16:13-16 
Es notable la diferencia entre la primera respuesta y la segunda. Al principio se señalan a profetas, pero al fin y al cabo a hombres. En la segunda Pedro confiesa algo muy diferente, él dice que es el Cristo, el Hijo del Dios viviente, es decir, Dios. No se trata de un hijo de Dios como puede ser todo creyente por adopción. “Mas a todos los que lo recibieron, los que creen en su nombre les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” Juan 1:12. Se trata de “El Hijo de Dios”. Esta definición de Jesucristo es la más atacada por los defensores de los Cristos alternativos. Se acepta que sea un gran hombre, pero ¿Dios? Eso ya no. 

Sin embargo, es eso lo que dijeron los profetas que seria, lo dijo él de sí mismo, lo dijeron sus discípulos y por último, lo que entendieron que dijo sus detractores al punto de condenarlo como blasfemo y llevarlo a su condena en la cruz. La divinidad de Jesús no es un invento post ministerial perpetrado por sus seguidores, ni una disposición eclesiástica del concilio de Nicea como se afirma en la novela “El código Da Vinci” y obras afines, ya que lo que se condeno en aquella ocasión fue la doctrina de Arrio que afirmaba que Jesús, aunque de carácter muy elevado, no era Dios. Esta propuesta teológica era nueva en el interior del cristianismo del siglo IV y ya fue considerado como herejía antes de celebrarse el referido concilio. Cualquier examen sobrio de las escrituras canónicas o no canónicas de los 3 primeros siglos muestran que la divinidad de Jesucristo no era cuestionada entonces, sino que emano naturalmente de lo que predico en su ministerio desde el principio. Para demostrar esto veamos las siguientes citas clasificadas en 6 apartados: 

1. Lo que dijeron los profetas sobre la naturaleza del Ungido de Jehová (Cristo) 

En este apartado veremos que ya el registro profético habla de un Mesías que no es solo un hombre sino que es Dios encarnado. 

Sobre su nacimiento: 
“Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad”. Miqueas 5:2 
Nótese la parte final del pasaje. No habla de un ser humano cualquiera sino de alguien que será Señor en Israel y existe desde los días de la eternidad. 
"Por tanto, el Señor mismo os dará señal: La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emanuel”. Isaías 7:14 
Observemos que no se trata de una persona cualquiera ya que Emanuel significa “Dios con nosotros”.
"Porque un niño nos es nacido, hijo nos ha sido dado, y el principado sobre su hombro. Se llamará su nombre “Admirable consejero”, “Dios fuerte”, “Padre eterno”, “Príncipe de paz”. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán limite sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y justicia desde ahora y para siempre.” Isaías 9:1-7 
Los títulos mostrados aluden contundentemente a su carácter como Dios. 

Sobre su titulo mesiánico como “Hijo del Hombre”: 
“Miraba yo en la visión de la noche, y vi que con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre; vino hasta el Anciano de días, y lo hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos y lenguas lo sirvieran; y su dominio es dominio eterno, que nunca pasará; y su reino es uno que nunca será destruido”. Daniel 7:13-14 
Él mismo refrendo esta identificación con el pasaje anterior al decir: 
“Entonces verán al Hijo del hombre que vendrá en una nube con poder y gran gloria”. Lucas 21:27 
El título de Hijo del Dios viviente viene ya establecido en el salmo 2:
“Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; yo te engendré hoy. Pídeme, y te daré por herencia las naciones y como posesión tuya los confines de la tierra”. Salmo 2:7-8 
Sobre su condición divina como Señor: 
“Jehová dijo a mi Señor: ‘Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies’”. Salmo 110:1 
Observemos como interpretó Jesús este pasaje y como lo interpretaron los fariseos:
“Estando reunidos los fariseos, Jesús les pregunto, diciendo: 
¿Qué pensáis del Cristo? ¿De quién es hijo? 
Le dijeron: De David. 
El les dijo: ¿Cómo, pues David, en el espíritu lo llama Señor diciendo:
"Dijo el Señor a mi Señor: siéntate a mi derecha, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies”?
Pues si David lo llama Señor, ¿cómo es pues su hijo?. Y nadie le podía responder palabra, ni se atrevió ninguno a preguntarle más desde aquel día”. Mateo 22:41:46 
La identificación de Dios con el Mesías y en consecuencia con Jesucristo:

“Porque así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo, yo mismo iré a buscar a mis ovejas, y las reconoceré”. Ezequiel 34:11

Fijémonos ahora en estas palabras de Jesús:

“Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, así como el padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas. Tengo también otras ovejas que no son de este redil; aquellas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.” Juan 10:14-16

Observemos que tanto en el pasaje de Ezequiel que habla de Jehová como en el de Juan que habla de Jesucristo. Ambos personajes quedan vinculados en cuanto a que ambos identifican al pueblo de Israel como “mis ovejas”. En cuanto a las ovejas que no son de este redil, se refiere con claridad a los gentiles (no judíos) que creerán en Jesucristo para formar un solo pueblo.

2. Lo que dijo Jesús que era

Ahora cabe preguntar ¿Se identifico el cómo Mesías y Dios?. Veamos los siguientes pasajes:

Uso en repetidas ocasiones el titulo “Yo Soy” con el cual se identifico Dios a Moisés en éxodo 3:14: “Yo Soy el que Soy”.

“Yo soy el pan de vida” Juan 6:35
“Yo soy la luz del mundo”. Juan 8:12
“Yo soy el buen pastor”. Juan 10:14
“Yo soy la resurrección y la vida”. Juan 11:25
“Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Juan 14:6

Él mismo reconoció ser el Mesías:

“Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas. Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo”. Juan 4:25-26

Se identifico con el Padre declarando ser la imagen del Dios invisible:
“Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre y nos basta. Jesús le dijo: Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿Cómo, pues dices tú: Muéstranos el Padre? ¿No crees que yo soy en el Padre y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre, que vive en mí, él hace las obras. Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras”. Juan 14:8-11 
Obsérvese que se identifica tanto con Dios Padre que hace de la referencia al Padre una alusión a sí mismo al decir: “¿no me has conocido, Felipe?”, y lo ratifica al decir que quien le ve, ve en efecto al Padre, es decir, a Dios. También afirma que él y el Padre están unidos substancialmente “yo soy en el Padre, y el Padre en mí”. Sin embargo, quienes rechazan la divinidad de Jesús afirman que existe una diferencia entre el Padre y el Hijo citando lo que el propio Jesús dijo:
“El Padre es mayor que yo” Juan 14:28 
Pero notemos que él no alude a una diferencia substancial con el Padre, sino a una diferencia de rango jerárquico igual a la que presentan los hijos con respecto a sus padres o los subalternos con respecto a sus jefes. No obstante, esto no significa que los mismos sean desiguales en substancia ya que todos comparten la condición humana. El apóstol Pablo también aludió a esta diferencia de rango más no de condición divina al decir:
“Luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos”. I corintios 15:28 
Lo que dijeron sus seguidores según el nuevo testamento. 

Ahora tenemos las declaraciones presentes en el nuevo testamento hechas por sus seguidores inmediatos sobre quién es él.
“En el principio era el Verbo, y el verbo era con Dios, y el verbo era Dios”. Juan 1:1 
“Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten”. Colosenses 1:15-17 
Este pasaje hay que entenderlo bien. Observemos que dice que él es el ‘primogénito de toda creación’, es decir, él no es parte de la creación sino agente creador ‘en él fueron creadas todas las cosas’. También se dice que es ‘antes de todas las cosas’ y por tanto, de todo lo creado en el cielo y la tierra. No es pues una criatura sino más bien el creador.
“Él, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomó la forma de siervo y se hizo semejante a los hombres. Más aún, hallándose en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por eso Dios también lo exaltó sobre todas las cosas y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, en la tierra y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.” Filipenses 2:6-11 
Este pasaje es enfático al establecer la naturaleza divina de Jesús. También establece que Jesús no es un hombre exaltado como Dios, tal como lo supone el adopcionismo, sino que él ya era Dios y se “despojó a sí mismo” al nacer como un ser humano. Por último afirma la voluntad de Dios Padre de exaltarlo y honrarlo para su propia gloria.

Lo que dijeron sus seguidores fuera del nuevo testamento 

Existen abundantes referencias de autores cristianos de los 2 primeros siglos sobre la condición divina de Jesucristo. Para no cansar al lector solo citaremos 3:

La primera de estas corresponde a Policarpo de Esmirna quien fue discípulo del propio apóstol Juan y escribió, en su Epístola a los Filipenses a principios del siglo II, lo siguiente:
“Ahora bien, que el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, y el mismo Sumo Sacerdote eterno, el Hijo de Dios Jesucristo, os edifique en fe y en verdad, y en toda mansedumbre y a evitar todo enojo, y en resistencia, y en longanimidad, y en soportar con paciencia y en pureza; y que Él os conceda la suerte y parte de sus santos, y a nosotros con vosotros, y todos los que están bajo el cielo, que creerán en nuestro Señor y Dios Jesucristo y en su Padre que lo levantó de los muertos.” 
Irineo de Lion fue a su vez discípulo de Policarpo y también murió mártir como él. Fue un gran apologista de la fe cristiana contra las herejías que ya, en la segunda mitad del siglo II, amenazaban a la cristiandad. De él citaremos 3 citas procedentes de 2 de sus más importantes obras donde establece enfáticamente la divinidad de Jesucristo.
“Así pues el Verbo de Dios ostenta el primado sobre todas las cosas, porque es verdadero hombre y admirable consejero y Dios fuerte (Is 9,6), que llama de nuevo [con la resurrección] al hombre a la comunión con Dios para que por medio de la comunión con Él participemos en la incorruptibilidad. El que es anunciado por Moisés y por los profetas del Dios altísimo y omnipotente, Padre del universo, origen de todo, que conversó con Moisés, vino a Judea, engendrado por Dios por medio del Espíritu Santo, y nacido de la Virgen María, que era de la estirpe de David y de Abrahán, Jesús, el Ungido de Dios, el que se reveló a sí mismo como el que había sido predicho por los profetas.” Verso 40, Demostración de la predicación apostólica (epideixis) de Irineo de Lión. 
"Ni el Señor, ni el Espíritu Santo (por los profetas), ni los Apóstoles jamás habrían llamado Dios de modo absoluto y definitivo al que no lo fuese verdaderamente; ni habrían llamado Señor a ninguna otra persona, sino al Dios Padre soberano de todas las cosas, y a su Hijo que recibió de su Padre el señorío sobre toda la creación, según aquellas palabras: «Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos como escabel de tus pies» (Sal 110[109],1). En este pasaje se presenta al Padre conversando con el Hijo; él «le ha dado las naciones por herencia» (Sal 2,8) y le ha sometido a todos sus enemigos. Y como el Padre es en verdad Señor, y el Hijo es en verdad Señor, con razón el Espíritu Santo los llamó con el título Señor. También al narrar la destrucción de Sodoma, la Escritura dice: «Y el Señor hizo llover desde el cielo fuego y azufre sobre Sodoma y Gomorra» (Gén 19,24). Esto significa que el Hijo, el mismo que había conversado con Abraham, ha recibido del Padre el poder de condenar a los sodomitas, por motivo de su iniquidad. De modo semejante afirma: «Tu trono, oh Dios, para siempre; cetro de rectitud es el cetro de tu reinado; amaste la justicia y odiaste la iniquidad; por eso te ungió Dios, tu Dios» (Sal 45[44],7-8). Aquí el Espíritu los llamó a ambos con el nombre de Dios: tanto al Hijo, el ungido, como al que unge, el Padre. Y también: «Dios se presentó en la asamblea de los dioses, en medio de ellos juzga a los dioses» (Sal 82[81],1). (El Espíritu) habla aquí del Padre y del Hijo y de aquellos que recibieron la adopción filial, y mediante ellos se refiere a la Iglesia: porque ésta es la sinagoga de Dios, la cual Dios, me refiero al Hijo, ha reunido por sí y para sí mismo. También dice en otro lugar: «Dios, el Señor de los dioses, habló y convocó la tierra» (Sal 50[49],1). ¿De cuál Dios se trata? De aquel del cual está escrito: «Dios vendrá de modo manifiesto; nuestro Dios, y no callará», esto es, el Hijo, que se manifestó por su venida a los hombres, el cual dice: «Me manifesté al descubierto a quienes no me buscaban» (Is 65,1). ¿Y de qué dioses se trata? De aquellos a quienes él declara: «Yo he dicho: Vosotros sois dioses, todos sois hijos del Altísimo» (Sal 82[81],6; Jn 10,34); es decir, aquellos que han recibido la gracia de la adopción, por la cual clamamos: «¡Abbá, Padre!» (Rom 8,15; Gál 4,5-6). Así, pues, como arriba dije, a ningún otro se le llama Dios o Señor, sino al que es Dios y Señor de todas las cosas, el que dijo a Moisés: «Yo soy el que soy», y: «Así dirás a Israel: Yo soy me manda a vosotros» (Ex 3,14); y también a su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, el cual hace hijos de aquellos que creen en su nombre (Jn 1,12). El Hijo también habla por Moisés: «Yo he descendido a librar a este pueblo» (Ex 3,8), porque es él «quien descendió y ascendió» (Ef 4,10) para salvar a los seres humanos. De este modo, «Por el Hijo que está en el Padre y tiene en sí al Padre» (Jn 14,10-11) se ha manifestado Dios aquel que es, al dar testimonio, como Padre, del Hijo (Mt 16,17; Jn 5,37), mientras el Hijo anuncia al Padre (Mt 11,27; Jn 11,41-42). Como dice Isaías: «Yo doy testimonio, dice el Señor Dios, y mi Siervo a quien yo elegí, para que sepáis, creáis y entendáis que soy yo» (Is 43,10). (Ireneo de Lión, Contra las Herejías, Libro III, 6:1-2) 
Veamos como entendió Irineo la igual condición divina del Padre con respecto al Hijo pese a ser en rango y función diferentes:
"El Padre, pues, es Señor y el Hijo es Señor; es Dios el Padre y lo es el Hijo, porque el que ha nacido de Dios es Dios. Así según la esencia de su ser y de su poder, hay un solo Dios; pero, al mismo tiempo, en la administración de la economía de nuestra redención, Dios aparece como Padre y como Hijo. Y dado que el Padre del Universo es invisible e inaccesible a los seres creados, es por medio del Hijo como los destinados a acercarse a Dios deben conseguir el acceso al Padre" (Ireneo de Lión, Demostración de la Predicación Apostólica, 47) 
Lo que dijeron sus detractores según el nuevo testamento 

Veamos en tres citas que era lo que entendía la gente de ciertas afirmaciones de Jesús:
1.- Lo rodearon los judíos y le dijeron: ¿Hasta cuándo nos tendrás en suspenso? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente. Jesús les respondió: Os lo he dicho, y no creéis. Las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí; pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho. Mis ovejas oyen mi voz y yo las conozco, y me siguen; yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi padre, que me las dio, mayor que todos es, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi padre. El padre y yo uno somos. Entonces los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearlo. Jesús les respondió: Muchas buenas obras os he mostrado de mi padre; ¿por cuál de ellas me apedreáis? Le respondieron los judíos, diciendo: Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia, porque tu siendo hombre, te haces Dios.” Juan 10:24-33 
2.- “Jesús les respondió: Mi padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo. Por esto los judíos aun más intentaban matarlo, porque no solo quebrantaba el sábado, sino que también decía que Dios era su propio padre, haciéndose igual a Dios”. Juan 5:17-18 
3.- “Pero Jesús callaba. Entonces el Sumo sacerdote le dijo: Te conjuro por el Dios viviente que nos digas si tú eres el Cristo, el Hijo de Dios. Jesús le dijo: Tú lo has dicho. Y además os digo que desde ahora veréis al hijo del hombre sentado a la diestra del poder de Dios y viniendo en las nubes del cielo. Entonces el Sumo sacerdote rasgó sus vestiduras diciendo: ¡Ha blasfemado! ¿Qué más necesidad tenemos de testigos? Ahora mismo habéis oído su blasfemia. ¿Qué os parece? Y respondiendo ellos, dijeron: ¡Es reo de muerte!” Mateo 26:62-66 
Es evidente que la causa principal del odio que generó entre algunos de los religiosos de su época fue la declaración de su divinidad. Lo que dijeron sus enemigos fuera del nuevo testamento Si se piensa que todas las citas bíblicas son pura invención y, por lo tanto, carecen de valor, nos queda como testimonio lo que los enemigos de Jesús y el cristianismo dijeron sobre lo que él dijo. A este nivel no podemos negar la evidencia.

Veamos algunos extractos del Talmud, una colección de escritos religiosos y legales judíos compilados entre los siglos II y VI de nuestra era:
“R. Abahu dijo: “Si un hombre te dice: ‘Yo soy Dios’, es un embustero. Si dice ‘Yo soy el Hijo del hombre’, la gente acabará riéndose de él. Si dice: ‘Subiré al cielo’, puede decirlo pero no lo hará”. J. Taanit 65b 
“R. Eleazar ha- Kapar dijo: “Dios dio vigor a su voz de forma que alcanzo el extremo del mundo, porque Él miró y vio a los paganos que se postraban ante el sol, la luna y las estrellas, y ante la madera y la piedra, y contemplo que había un hombre, nacido de mujer, que se ensalzaba e intentaba hacerse Dios a sí mismo, para que todo el mundo siguiera el mal camino. Entonces Dios dio vigor a la voz de Balaam para que todos los pueblos de la tierra pudieran escucharla y dijo: ‘Tened cuidado de no caminar por la senda mala de ese hombre, porque está escrito que Dios no es hombre para que mienta. Y si dice que es Dios, es un embustero y miente, porque dijo que partiría y que luego volvería’. Lo dijo y no hizo. Ved lo que está escrito: comenzó su parábola y dijo: ¿Quién podrá vivir si Dios hace esto?. 
Balaam dijo: ‘¿Quién podrá vivir de esta nación que escucho a ese hombre que se hizo dios a sí mismo?’”. Yalkut Shimeoni, pr. 725 sobre Números 23,7 
Queda claro, por lo visto, que los judíos, los que no creyeron en Jesús como Mesías, le critican su pretensión divina. Por lo tanto, se prueba que en efecto eso dijo de sí mismo y sus seguidores lo refrendaron como ya se ha visto anteriormente.

Para finalizar veamos lo que dijeron tres escritores paganos latinos del siglo II sobre Jesucristo a fin de saber si los cristianos de su época lo consideraban Dios o solo un gran maestro.

Plinio el Joven relata en una de sus cartas al emperador Trajano como consideraban los cristianos a Cristo al decir:
"Han declarado que todo su error o su falta ha consistido en reunirse algunos días fijos antes de la salida del sol para cantar en comunidad los himnos en honor a Cristo que ellos reverencian como a un Dios". Plinio el Joven. Epístolas. X, 96: (h. 112 d.C.) 
Luciano de Somósata, en su obra De morte Peregrini, describe esta misma consideración al afirmar:
"Después, por cierto, de aquel hombre a quien siguen adorando, que fue crucificado en Palestina por haber introducido esta nueva religión en la vida de los hombres... además su primer legislador les convenció de que todos eran hermanos y así, tan pronto como incurren en este delito, reniegan de los dioses griegos y en cambio adoran a aquel sofista crucificado y viven de acuerdo a sus preceptos". Luciano de Somósata. De morte Peregrini (siglo II) 
Por último uno de los grandes enemigos del cristianismo fue el griego Celso, un filósofo platónico que escribió un furibundo alegato contra el cristianismo llamado: Verdadero discurso contra los cristianos. En él Celso se explaya en argumentos contra la fe cristiana atacando con especial interés la divinidad de Cristo. Estas son solo algunas citas relevantes:
Puesto que además de a Dios, ellos adoran a su Hijo”. Párrafo 100
“El cuerpo de un Dios no podría estar hecho como el tuyo; el cuerpo de un Dios no sería formado y procreado como el tuyo lo fue; el cuerpo de un Dios no se alimenta como te alimentaste; el cuerpo de un Dios no se sirve de una voz como la tuya, ni de los medios de persuasión que tú empleaste: ¿Acaso tu sangre, que corre por tus venas, se parece a la que corre por las venas de los dioses? ¿Qué Dios, qué hijo de Dios es aquel, cuyo padre no puede salvarlo del más in­fame suplicio y que no puede él salvarse a sí mismo?” Párrafo 13
Los que creen en Cristo atribuyen a los Judíos el crimen de no haber recibido a Jesús como a Dios. Pero ¿cómo nosotros, que habíamos enseñado a todos los hombres que Dios debía de enviar acá a la tierra al ministro de su justicia para castigar a los malos, cómo íbamos a ultrajarlo a su llegada? ¿Habría sido conveniente tratar con ignominia a aquel, cuyo advenimiento habíamos predicho y deseado? ¿Con qué finalidad? ¿Para atraer sobre nosotros un torrente de cólera di­vina? Más ¿cómo recibir como Dios a aquel que, entre otros agravios atribuidos, nada hizo de lo que había prometido? ¿Quién es el que, acusado, juzgado, condenado al suplicio, vergonzosamente fue preso gracias a la traición de los mismos a los que llamaba sus discípulos? ¿Sería propio de un Dios dejarse atar y conducir como un criminal? Mucho menos aún convenía a un Dios el ser abandonado, traicionado por sus próximos, que lo seguían como a un maestro y veían en él al Mesías, hijo y mensajero del gran Dios”. Párrafo 16 
Existen otros muchos pasajes donde Celso abunda en argumentos para tratar de refutar la divinidad de Cristo, pero al hacerlo, nos deja el testimonio claro de qué es lo que pensaban los cristianos de Jesucristo estableciendo con rotundidad que lo adoraban como a Dios.

LA FIABILIDAD DEL NUEVO TESTAMENTO

Un instrumento muy usado por aquellos que pretenden denigrar al cristianismo es la afirmación de que la Biblia, y en concreto el Nuevo Testamento, es un libro poco fiable, de que no hay garantías de que su contenido fuera el originalmente escrito en él y que ha sido adulterado y modificado por el antojo de las autoridades religiosas en siglos posteriores a su escritura.

El Nuevo Testamento, lejos de ser un libro dudoso, es, de lejos, el libro antiguo más fiable de la historia. Veamos por qué. Hay quienes dicen que el Nuevo Testamento ha sido modificado para satisfacer dogmas posteriores de la doctrina cristiana. Entre estas acusaciones está la que afirma que la divinidad de Jesús está amañada en el nuevo testamento por instancias del emperador Constantino en el siglo IV. Si no dispusiésemos de copias más antiguas sería verosímil esta afirmación. Pero si disponemos de ellas. En el año 1968 se hizo una lista con 5262 manuscritos griegos de los cuales 81 son anteriores al siglo IV y del análisis de las copias más antiguas, incluido un fragmento del evangelio de Juan (el papiro Rylands) que data del año 125 D.C. ¡30 o 40 años posterior al momento de la composición de dicho evangelio!, Queda corroborado que el contenido del nuevo testamento es definitivamente fidedigno. Por último si comparamos el número de copias existentes y la distancia en años desde la composición hasta la más antigua de las copias veremos como el Nuevo Testamento queda abrumadoramente en primer lugar comparándola con dos de los libros más famosos:



Esta abrumadora diferencia, con la cual el nuevo testamento supera a los libros con más copias y manuscritos más antiguos, tiene una sencilla explicación. La Biblia, por el hecho de ser un libro religioso, se hace enormemente susceptible de ser profusa y fielmente copiado. Esto solo basta para explicar como, por su propia naturaleza, es un libro altamente fiable y convencernos, tanto por la lógica como por la evidencia historiográfica, que podemos fiarnos de ella.

Conclusión 

Después de todos estos testimonios, decir que la divinidad de Jesucristo es un decreto del concilio de Nicea en el siglo IV, es un absoluto disparate. La divinidad de Jesús no se dogmatizó ni evoluciono con posterioridad a su ministerio. Fue parte de él y asienta sólidamente sus raíces en la profecía de las escrituras hebreas. Es quien dijo ser. El Mesías, Dios hecho hombre. El único que podía cumplir con la exigencia que la justicia de Dios demanda como pago por el pecado. Y lo hizo muriendo en la cruz, no por sus pecados, sino por los nuestros. Pero no fue vencido por la muerte sino que resucito, sigue vivo y volverá como rey glorioso. El autentico cristianismo no consiste en una religión sino en una relación autentica con Dios. Su mayor prueba de legitimidad no es la documental o argumental sino el poder de Jesucristo para transformar las vidas de todos aquellos que le reciben creyendo en el cómo Dios y Salvador. Él dijo:
Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no andarán en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”. Juan 8:12 
Y prometió:
Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”. Juan 10:10
Finalmente te hace una invitación personal:
Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entrare a él y cenare con él y él conmigo”. Apocalipsis 3:20 
Que sea sabia tu decisión.

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