viernes, 21 de noviembre de 2014

¿Crees o crees que crees?

Con respecto a la fe cristiana existen tres casos: 

1 Los que creen
2 Los que no creen
3 Los que creen que creen
Cuando los segundos se enfrenten al juicio de Dios no les extrañará demasiado recibir su condena puesto que, aunque pensaban que nunca comparecerían ante él, reconocerán que en vida negaron a Dios y vivieron como quisieron. Sin embargo, el caso más dramático es el tercer grupo. ¿Podemos imaginarnos la perplejidad que sentiría alguien que, habiendo durante su vida creído creer y albergando alguna convicción de ser aprobado por Dios, termine descubriendo con horror que es desaprobado por él? Jesucristo describió así esta perplejidad: “No todo el que dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos dirán en aquel día: Señor, Señor, no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí, apartaos de mí, hacedores de maldad.” Mateo 7:21-23 

¿Cómo puede suceder esto? ¿Podría esto pasarme a mí? ¿Cómo puedo saber si mi fe es auténtica o falsa? Y si descubro que en realidad pertenezco al tercer caso ¿Qué puedo hacer para tener creer de verdad? 

El propósito de este texto no es irritar ni asustar a nadie, por el contrario, es más bien prevenir a aquellos que se encuentren en esta peligrosa situación para que conviertan su falsa fe en una auténtica, por lo tanto, ruego al lector que si descubriera, por lo aquí expuesto, que su fe no es verdadera, no se ofusque o pretenda desconocer lo que aquí se expone pues esto no está basado en lo que yo creo, sino en lo que la Biblia dice al respecto y sobre cómo superarlo. 

Existen unas señales claras que distinguen una fe falsa de una verdadera que es conveniente evaluar. Estas son las siguientes: 

1. No conoce realmente a Dios ni le ha llegado a amar realmente. 

Se calcula que existen unos 2000 millones de cristianos en el mundo, lamentablemente sin embargo, muchos de ellos solo son cristianos de nombre y lo que es peor: ¡no lo saben!. Estas personas se congregan en iglesias cristianas, ya sean estas católicas, protestantes, evangélicas u ortodoxas. Siguen ritos con fervor, algunos estudian en seminarios e incluso desempeñan ministerios pastorales y sacerdotales. Pueden incluso desempeñar la más alta jerarquía de su organización religiosa y, sin embargo, nunca haber tenido una relación auténtica con Dios. La Biblia dice que para iniciar una relación con Dios hay que primero recibir a Jesucristo en persona: “Mas a los que lo recibieron a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. Los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios” Juan 1:12-13 

Nótese bien los 3 casos mencionados en el verso 13: 

“No son engendrados de sangre” esto significa que el hecho de que mis padres sean auténticos cristianos no hará que también lo sea yo. La Fe no se hereda. Alguien dijo con acierto que Dios tiene hijos, pero no nietos. 

“Ni de voluntad de carne” esto significa que nadie, en ninguna ceremonia puede declarar que yo me convierto en cristiano y que por ello yo debo adquirir un fe auténtica sin la intervención de mi propia resolución personal. La decisión de recibir a Cristo es mía no de nadie más. 

“Ni de voluntad de varón, sino de Dios” esto significa que incluso mi resolución de creer y recibir a Jesucristo es un don de Dios “Pues por gracia sois salvos, por medio de la fe y esto no es de vosotros, pues es un don de Dios, no por obras para que nadie se gloríe” Efesios 2:8-9 

2. Su fe religiosa no se corresponde con su vida moral. 

“Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus LABIOS ME HONRA, pero SU CORAZÓN ESTÁ LEJOS DE MÍ, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado.” Isaías 29:13 

Estas personas tienen religión, hablan de Dios e incluso pueden guardan algunos preceptos religiosos, pero no tienen una autentica relación con Dios. Otros ni siquiera respetan sus preceptos religiosos no obstante se muestran fervorosos en las ceremonias religiosas pues tienen apariencia de piedad, pero niegan la eficacia de ella. 2 Timoteo 3.5 

Una fe autentica debe producir frutos morales en el creyente, sobre ello el apóstol Santiago dijo: “Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. ¿Más quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta?” Santiago 2:14-20 

Una fe viva, por lo tanto, tiene que producir obras que revelen que dicha fe es verdadera y esto solo es posible cuando el creyente está en Jesucristo porque él dijo: 

“Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.” Juan 15: 1-5 

3. Tiene un gran desdén por estudiar la Biblia o conocer más sobre qué es lo que Dios dice. 

Un síntoma común de una fe no verdadera es el desdén por la lectura de la Biblia. No hay interés en conocer qué es lo que Dios dice puesto que no hay intenciones de acatar su consejo ni de que éste estorbe su libertad moral. Sin embargo Jesús dijo: “El que me ama, MI PALABRA guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él.” Juan 14:23 

Sin embargo hay casos donde este tipo de creyente si estudia la Biblia con denuedo, pero siempre apelando a la interpretación oficial de su iglesia u organización religiosa. De este modo se encuentra prohibido de pensar por sí mismo y de interpretar la Biblia con libertad porque su religión le prohíbe hacerlo. No es esto lo que nos enseña la Biblia. Lucas en hechos destaca lo siguiente: 

“Inmediatamente, los hermanos enviaron de noche a Pablo y a Silas hasta Berea. Y ellos, habiendo llegado, entraron en la sinagoga de los judíos. Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así.” Hechos 17: 10-11 

Nótese que Lucas nunca condena, sino más bien elogia la actitud de los judíos de Berea que no solo no escucharon acríticamente a Pablo, sino que escrudiñaron las escrituras para comprobar que lo que les decía Pablo era cierto. Esta libertad de pensamiento y escrutinio son más bien condenados por las organizaciones religiosas que sustentan el falso cristianismo además de ser terrible para aquellos que creen que deben defender a capa y espada sus propios dogmas religiosos por encima de la Biblia e incluso en manifiesta contradicción con ella. 

4. Ama más a su iglesia u organización religiosa que a Jesucristo. 

Esta es otra de las características claves de esta falsa fe. Siempre, para la persona que padece esta fe falsa, le resulta su doctrina, iglesia u organización religiosa más importante que Jesucristo quien permanece secundario e incluso insignificante. Estas personas cuando hablan de su fe suelen mencionar con mucha frecuencia su amor por la iglesia u organización religiosa que para ellos es el verdadero substituto de Jesucristo. Ellos nunca se convirtieron a Jesús, sino que se convirtieron a su religión. No hablan por ello de su amor por Jesús pues él solo es un barniz en sus corazones. 

Las vidas de los apóstoles Pedro y Judas Iscariote representan estos dos tipos de fe. Ambos oyeron a Jesús y caminaron con él. Ambos, junto con los demás discípulos, expulsaron demonios, sanaron e hicieron milagros. Nadie desde fuera hubiera pensado que en realidad eran muy diferentes hasta lo que ocurrió cuando Jesús fue arrestado. 

Pedro le negó 3 veces y Judas le traicionó entregándole a las autoridades romanas. Ambos procedieron mal, pero mientras Pedro se arrepintió y lloró amargamente, Judas se compungió, pero no se arrepintió y luego se quitó la vida. Cuando Jesús quiso restaurar a Pedro luego de su resurrección le hizo tres preguntas por cada una de sus negaciones. La pregunta que repitió tres veces no fue ¿Sabes quién soy? Pues Jesús ya sabía que Pedro sabía quién era él. Tampoco le preguntó ¿Crees en mí? Pues Jesús ya sabía que Pedro creía en él. Jesús más bien le preguntó: Pedro ¿Me amas? Es pues el amor por Jesús lo que importa para que alguien permanezca en la fe verdadera. Nadie puede ser un verdadero cristiano sin amar de verdad a Jesús. Puede caer en pecado, desobedecer y fallarle por su humana debilidad, pero siempre volverá a él porque le ama. Cuando Pedro le contestó que le amaba Jesús le dijo: Apacienta a mis ovejas. Esto significa que, como ya lo decía Santiago, el amor por Jesús se manifiesta por lo que hacemos en obediencia a él. Él dijo: “Si me amáis, guardad mis mandamientos.” Juan 14:15 

5. Sentirá repudio y encono contra los que profesan una fe auténtica.

Esta es la característica más terrible de todas. Una fe falsa no es mejor que el ateísmo. Recordemos que quienes instigaron la muerte de Jesús no eran ateos, sino los fariseos y saduceos quienes eran gente muy religiosa. El apóstol Pablo, antes de convertirse a Cristo en su encuentro con él camino de Damasco, era un feroz perseguidor de los cristianos y al mismo tiempo era un moralmente intachable rabí judío. Tenía celo de Dios, pero no era el correcto. De este modo durante la historia los verdaderos cristianos no solo han muerto cruelmente de manos de los que no lo son, sino también de aquellos que pretenden ser cristianos. Jesús mismo dijo: "y aun viene la hora cuando cualquiera que os MATE, pensará que rinde servicio a Dios." Juan 16:2 

Ciertamente en el mundo cristiano existen distintas religiones que difieren en varios aspectos teológicos y en la forma de adorar a Dios, pero si un creyente en cualquiera de estos contextos religiosos puede creer en las verdades básicas de la fe cristiana tendrá hermandad con aquellos que, aunque no compartan la misma religión cristiana, compartan una genuina fe en Jesucristo. No sucederá esto en quien no tiene una fe verdadera porque no encontrará ningún vínculo espiritual con los que sí la tienen. Más bien aflorará en su corazón un espíritu de hostilidad contra estos. 

Cómo tener una fe genuina si descubro que no la tengo en realidad. 

Para conocer de verdad a Dios debemos recurrir primeramente al lugar donde Dios puede hablarnos y ese lugar es la Biblia. Lo recomendable es leer el nuevo testamente con un corazón que en verdad busca a Dios. Luego llegará la fe como un don de Dios que nos permita arrepentirnos genuinamente y creer de corazón en Jesucristo. “Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.” Romanos 10:9-10 Esta oración de confesión hecha con sinceridad es el punto de partida de nuestra relación con Dios. 

Lo segundo que hay que hacer es buscar una congregación religiosa en la cual se predique a Jesucristo como prioridad y se fomente la lectura de la Biblia y su estudio. También debe ser evidente el testimonio moral de los creyentes de la misma como prueba de que tienen una fe viva. Si se dan estas condiciones intégrese en esta congregación para ser ministrado espiritualmente y luego también poder ministrar a otros. Adquiera el hábito de leer diariamente la Biblia para conocer el consejo de Dios y ore, no con meras repeticiones de palabras, sino de manera sencilla exponiendo su corazón a Dios, confesando sus pecados, dándole gracias por sus dones y honrándole con su alabanza. Su tiempo a solas con Dios será el motor de su vida espiritual. 

Cuando finalmente haya hecho esto podrá tener la paz y la convicción de tener una fe genuina puesto que "El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que SOMOS HIJOS DE DIOS." Romanos 8:16