lunes, 29 de julio de 2013

Introducción

Jesucristo es hoy, sin lugar a dudas, la figura más atacada y discutida en el concierto de los personajes más influyentes de la humanidad. No sólo se discute su historicidad, sino también, cuál fue su misión y quien es realmente.

De un revisionismo que dura siglos, han surgido multitud de Cristos alternativos defendidos por proponentes que los presentan como la versión genuina y definitiva.

Pero, ¿Son estos Cristos verosímiles? ¿Cuál es el verdadero? 

¿Será un mito inventado por Pablo? 
¿Fracasó en su misión como Mesías de Israel?
¿Por qué dijo que no venía a traer paz al mundo sino la espada?
¿Es Jesús otro avatar más, un maestro de la autorealización?
¿Será realmente el Jesús gnóstico del cual habla el Código Da Vinci y el Evangelio de Judas?
¿Fue establecida su condición divina en el concilio de Nicea del año 324?

El presente estudio tiene por fin presentar a la mayoría de los Cristos alternativos y exponerlos a la luz del testimonio histórico y de la Biblia con objeto de extraer, desde los escombros ideológicos vertidos por sus detractores, al personaje autentico.



Introducción

A principios del año 2008 el canal de televisión británico UKTV realizó una encuesta en el Reino Unido entrevistando a 3.000 jóvenes menores de 20 años.

Según los resultados de la misma, para el 23% de los encuestados Wiston Churchill (1874-1965), el gran primer ministro británico considerado un autentico héroe por saber inspirar y dirigir al pueblo ingles para enfrentar a la poderosa maquinaria bélica alemana durante la segunda Guerra Mundial, ¡nunca existió!.

Por otra parte, el 58 por ciento de los encuestados cree que el legendario detective creado por el escritor Arthur Conan Doyle (1859-1930), se paseó realmente por Londres en compañía de su fiel amigo, el doctor Watson, en busca de casos sin resolver.

Considerando que no estamos hablando de personajes con miles de años de antigüedad, sino de tan solo alrededor de un siglo, tanto para el real como para el imaginario, estamos ante un caso verdaderamente dramático de desinformación.

¿Cómo puede suceder esto en tan pocos años?. Este es realmente un fenómeno que se nutre de una actitud sumamente común, algo que los publicistas conocen muy bien:

La gente por regla general es más receptiva a la llana afirmación que al argumento. Prefieren la sencillez de la primera al esfuerzo que requiere evaluar la segunda. Pensar nunca ha sido un deporte muy popular como tampoco lo es investigar la veracidad de una creencia o posición sea esta histórica, científica o ideológica, si requiere el oneroso trabajo de buscar otras fuentes que la corroboren.

Existen por los menos tres formulas para adoptar una posición o creencia:

  1. Por ser una creencia popular. Si la mayoría lo cree, yo lo creo. 
  2. Porque lo sostienen personas autorizadas y de reconocida competencia en dicha disciplina.
  3. Porque he investigado personalmente dicha postura a fin de llegar a una conclusión basada en mi investigación personal sobre la validez o no de la postura en cuestión.

Por lo general las 2 primeras formulas son las favoritas de la mayoría de la gente, incluidos muchos académicos al margen de sus prejuiciamientos. Pocos se dan la molestia de emprender una investigación personal que confirme o desmienta una presuposición inicial sobre algo. Es más fácil recoger el trabajo de otros y asumir sus conclusiones, más aún si van en la dirección de nuestros prejuicios previos, que llegar a ellos por cuenta propia.

No nos debe sorprender, por tanto, que algunas personas, sea por desinformación o por intencionado prejuicio, consideren hoy a algunos personajes históricos como míticos y otros míticos como históricos.

Jesucristo, pese a su enorme legado espiritual e impacto en la historia, no ha sido inmune a este fenómeno de desinformación y manipulación sobre su existencia, misión y doctrina.

El presente estudio tiene por fin refutar estas visiones alternativas de Cristo exponiéndolas a la luz del testimonio histórico y de la Biblia con objeto de extraer, desde los escombros ideológicos vertidos por sus detractores, al personaje autentico.

El Jesús mito

No hay método más exquisito y definitivo para atacar a un personaje histórico que negar su existencia. Más aún si se trata del fundador de una gran religión. El anular su existencia implicará también cortar de raíz su sustento ideológico básico. Es posible, sin embargo, la supervivencia de una religión con semejante amputación si su plan ideológico no está sustentado por la existencia de su fundador, y sus ideas, sea cual sea su origen, pueden existir como un ente autónomo. 

Pero esto no sucede con Jesucristo. La fe cristiana está radicalmente sustentada por la historicidad de su fundador, ya que, si no existió, no hubo sacrificio expiatorio en la cruz, ni tampoco hubo resurrección si no murió. El apóstol Pablo patentiza esta situación al decir:
“Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también nuestra fe”. I Corintios 15:14
Queda claro que una muy buena estrategia para atacar al cristianismo consiste en hacer de Jesús un mito. Dicho mito, según algunos, es una invención del apóstol Pablo y de sus seguidores, fabricada deliberadamente para ser un vehículo de su particular doctrina. Esta tesis sostenida por varios iluminados eruditos históricos plantea las preguntas siguientes: 

¿Existe fundamento sostenible para negar la historicidad de Jesús? 

Y si no es así 

¿Cuál es el móvil de esta tesis? 

¿Será malicia o ignorancia? 

La pregunta no es tendenciosa, pues existe en nuestra actual sociedad una real hostilidad a Jesucristo, incluso con más intensidad en el occidente llamado cristiano. 

Esta afirmación puede ser comprobada en Internet por el lector mediante un experimento muy simple. Usando el buscador Google introduzca la frase “existió Jesús” sin obviar las comillas para que toda la frase sea buscada, y cuente cuantos enlaces aparecen. Como Jesucristo puede ser nombrado de 3 maneras: 

Jesucristo, Jesús y Cristo, pruebe con las tres. Haga lo mismo con otros fundadores de grandes religiones y luego compare los resultados. 

Los resultados corresponden al día 8 de Marzo de 2006: 


Pregunta en español: “existió xxx?” 

Jesucristo
1,069
Mahoma
7
Buda
13
Moisés
65
Confucio
0


Pregunta en ingles: “did xxx exist?” 

Jesús Christ
41,108
Mohammed
26
Budda
0
Moses
131
Confucius
7


Como se observará, con abrumadora diferencia, el personaje más cuestionado es Jesucristo. 

¿Por qué? 

Para empezar, es el único personaje del grupo que afirmo ser Dios y tener por tanto una incuestionable autoridad. No dejo lugar para los relativismos que un líder religioso humano permitiría. 

Él afirmó: 

“Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí.” Juan 14:6

Este absolutismo sobre la naturaleza de su ser y mensaje es la principal causa de irritación. Ya la causó en los religiosos judíos de su época al punto de calificarlo de blasfemo por su presunción de ser Dios encarnado y por ello, entregarlo a las autoridades romanas para crucificarle. El mismo odio violento que engendro entonces sigue vivo incluso en nuestra “cristiana” sociedad occidental. 

Por esta razón, sea por pura malicia o irreflexiva ignorancia, se le ataca con el mejor argumento posible para anularle: negar su existencia. 

¿Pero tienen fundamento estas acusaciones sobre la historicidad de Jesús? 

Se ha dicho que existen muy pocos testimonios históricos sobre Jesucristo del siglo I, que incluso, los existentes, son poco fiables y hasta se han esgrimido sobre los mismos las más imaginativas artimañas para desprestigiarlas y discutir su veracidad. Se pretende con estas argumentaciones, de un modo bastante explícito, descalificar el testimonio histórico de Jesucristo como medio para derrumbar el edificio ideológico de la cristiandad. 

Se objeta comúnmente que un acontecimiento de la importancia del ministerio de Jesucristo en Judea debería haber provocado ríos de tinta y estar profusamente registrado en la literatura de la época. Hoy en día habría sido así. Existirían referencias al hecho en innumerables libros, revistas y periódicos. Pero a este argumento cabe decir que en el siglo primero no existían periódicos ni revistas y los libros eran elaborados por copistas no por imprentas. Es por ello que la producción literaria, comercial, legal, política e histórica era bastante inferior a la actual. Dicha escasa producción, la corta durabilidad de los materiales con los cuales se  elaboraban los escritos y los siglos que nos separan, explican el hecho reconocido por los historiadores de que tenemos hoy en día poca documentación del propio siglo primero, no sólo de Jesucristo sino también de cualquier otro personaje de la época. Por otra parte, el impacto de la predicación de Jesús en Judea y su ejecución no fueron entonces una gran noticia de relevancia imperial. Para Roma, Jesucristo fue un agitador más como lo fue Teudas o Judas el galileo en aquella época.  Fueron los efectos de su ministerio los que fueron creciendo con el tiempo y llegaron a impactar al imperio hasta el punto de pasar a reflejarse en los textos de fines del siglo I y principios del segundo. No se considerarán, claro está, los textos bíblicos y extra bíblicos de los cristianos ya que serían considerados por los defensores del Jesús mito como inventados y tendenciosos. Baste decir también, que incluso los mismos no fueron escritos con inmediatez al ministerio de Jesús, sino con posterioridad, algunos antes de la toma de Jerusalén en el año 70 y otros posteriores a dicho año. No nos debe extrañar por tanto, que sus detractores también hayan tardado en reflejarlo en sus escritos. 

No obstante, sabemos que los romanos registraban en actas los procesos legales contra los inculpados. ¿Por qué entonces no encontramos ninguna acta sobre el proceso seguido a Jesús por parte de Poncio Pilato?

Realmente si lo hubo, aunque no se han conservado hasta el presente tanto ésta como muchas otras. Sin embargo, tenemos como evidencia a su existencia las referencias a estas actas  aportadas por dos personajes que vivieron en una época cuando las mismas aún existían. Nos referimos a Justino y Tácito.

Justino escribió una obra llamada “Apología” dirigida al emperador Antonio Pío alrededor del año 150 en la cual daba por seguro que existían, aún en su época, unas actas de Poncio Pilato referidas al proceso seguido a Jesús en los archivos imperiales. En dicha obra dice:
"Lo de que taladraron mis manos y mis pies” significa los clavos que traspasaron en la cruz pies y manos. Y después de crucificarle, los que le crucificaron echaron suertes sobre sus vestiduras y se las repartieron entre sí. Podéis comprobarlo por las actas redactadas en tiempo de Poncio Pilato". Apología. 35,7-9.
En otra parte de la misma obra afirma:
"Y todo esto lo hizo Cristo, podéis comprobarlo por las actas redactadas en tiempo de Poncio Pilato" Apología. 48,3.
Es evidente que Justino no podría haber retado a la comprobación de sus afirmaciones sobre Jesucristo a través de las actas de Poncio Pilato, si en efecto estas no hubiesen existido en su época. 

Por otra parte, Tácito, un escritor pagano, si bien no lo señala específicamente, tal como se desprende de su mención a Pilato, consulto dichas actas a fin de documentar una referencia a la inculpación que el emperador Nerón cargo sobre los cristianos como los causantes del incendio de Roma en el año 64.

En sus “Anales” escritos en el año 117 refleja estos hechos:
“Sin embargo, ni por industria humana, ni por larguezas del emperador, ni por sacrificios a los dioses, se lograba alejar la mala fama de que el incendio había sido mandado. Así pues, con el fin de extirpar el rumor, Nerón se inventó unos culpables, y ejecutó con refinadísimos tormentos a los que, aborrecidos por sus infamias, llamaba el vulgo cristianos. El autor de este nombre, Cristo, fue mandado ejecutar con el último suplicio por el procurador Poncio Pilato durante el Imperio de Tiberio y reprimida, por de pronto, la perniciosa superstición, irrumpió de nuevo no sólo por Judea, origen de este mal, sino por la urbe misma, a donde confluye y se celebra cuanto de atroz y vergonzoso hay por dondequiera. Así pues, se empezó por detener a los que confesaban su fe; luego por las indicaciones que éstos dieron, toda una ingente muchedumbre (multitudo ingens) quedaron convictos, no tanto del crimen de incendio, cuanto de odio al género humano. Su ejecución fue acompañada de escarnios, y así unos, cubiertos de pieles de animales, eran desgarrados por los dientes de los perros; otros, clavados en cruces eran quemados al caer el día a guisa de luminarias nocturnas. Para este espectáculo, Nerón había cedido sus propios jardines y celebró unos juegos en el circo, mezclado en atuendo de auriga entre la plebe o guiando él mismo su coche. De ahí que, aún castigando a culpables y merecedores de los últimos suplicios, se les tenía lástima, pues se tenía la impresión de que no se los eliminaba por motivo de pública utilidad, sino para satisfacer la crueldad de uno solo”. Anales XV, 44 Actas de los Mártires, Edición de Daniel Ruiz Bueno, BAC (Madrid; 1974) p. 223.
Otro testimonio crucial lo aporta Plinio el Joven sobrino de Plinio el Viejo conocido por su obra “Historia Natural” y su descripción de la erupción del Vesubio en el año 79. Contemporáneo de Tácito y Seutonio fue conocido como “el hombre de las cartas”. Se conservan en la actualidad 10 libros sobre las mismas. En el libro décimo se encuentra una correspondencia entre él y el emperador Trajano (98-117) referida a la época cuando era Delegado Imperial en Bitinia en el nordeste de la actual Turquía en el año 111. En dichas cartas consulta al emperador sobre lo que había que hacer con los cristianos que ya entonces empezaban a aumentar en número e influencia. En la misma dice lo siguiente:
“Señor, me hago una obligación de exponerte todas mis dudas. En efecto, quién mejor que tú podrá disipar mis dudas y aclarar mi ignorancia. Yo no había jamás asistido a la instrucción o a un juicio contra los cristianos, por tanto no sé en qué consiste la información que se debe hacer en contra de ellos, ni sobre qué base condenarlos, como tampoco sé de las diversas penas a las cuales se les debe someter. Mi indecisión parte de una serie de puntos que no sé cómo resolver. ¿Debo tener en cuenta la diferencia de edades entre ellos o, sin distinguir entre jóvenes y viejos, los debo castigar a todos con la misma pena? ¿Debo conceder el perdón a aquellos que se arrepienten? Y, en aquellos que fueron cristianos, ¿subsiste el crimen una vez que dejaron de serlo? ¿Es el mismo nombre de cristianos, independiente de todo otro crimen, lo que debe ser castigado, o los crímenes relacionados con ese nombre?.
Te expongo la actitud que he tenido frente a los cristianos presentados ante mi tribunal. En el interrogatorio les he preguntado si son cristianos, luego durante el interrogatorio, a los que han dicho que sí, les he repetido la pregunta una segunda y tercera vez, y los he amenazado con el suplicio: si hay quienes persisten en su afirmación yo los hago matar. En mi criterio consideré necesario castigar a los que no abjuraron en forma obstinada. A los que entre estos eran ciudadanos romanos, los puse aparte para enviarlos frente al pretor de Roma. A medida que ha avanzado la investigación se han ido presentando casos diferentes. Me llegó una acusación anónima que contenía una larga lista de personas acusadas de ser cristianos. Unas me lo negaron formalmente diciendo que no lo eran más y otras me dijeron que no lo habían sido nunca. Por orden mía delante del tribunal ellos han invocado a los dioses, quemado los inciensos, ofrecido las libaciones delante de sus estatuas y delante de la tuya que yo había hecho traer, finalmente ellos han maldecido al Cristo, todas cosas que jamás un verdadero cristiano aceptaría hacer. Otros, después de haberse declarado cristianos, aceptaron retractarse diciendo que lo habían sido precedentemente pero que habían dejado de serlo; algunos de éstos habían sido cristianos hasta hace tres años, otros lo habían dejado hace un período más largo, y otros hasta hace más de veinticinco años. Todos estos, igualmente, han adorado tu estatua y maldecido al Cristo. Han declarado que todo su error o su falta ha consistido en reunirse algunos días fijos antes de la salida del sol para cantar en comunidad los himnos en honor a Cristo que ellos reverencian como a un Dios. Ellos se unen por un sacramento y no por acción criminal alguna, sino que al contrario para no cometer fraudes, adulterios, para no faltar jamás a su palabra. Luego de esta primera ceremonia ellos se separan y se vuelven a unir para un ágape en común, el cual, verdaderamente, nada tiene de malo. Los que ante mí pasaron han insistido que ellos han abandonado todas esas prácticas. Luego de mi edicto que, según tus órdenes, prohibía las asambleas secretas, he creído necesario llevar adelante mis investigaciones y he hecho torturar dos esclavas, que ellos llaman "siervos", para arrancarles la verdad. Lo único que he podido constatar es que tienen una superstición excesiva y miserable. Así, suspendiendo todo interrogatorio, recurro a tu sabiduría. La situación me ha parecido digna de un examen profundo, máxime teniendo en cuenta los nombres de los inculpados. Son una multitud de personas de todas las edades, de todos los sexos, de todas las condiciones. Esta superstición no ha infectado sólo las ciudades, sino que también los pueblos y los campos. Yo creo que será posible frenarla y reprimirla. Ya hay un hecho que es claro, y este es que la muchedumbre comienza a volver a nuestros templos que antes estaban casi desiertos; los sacrificios solemnes, por largo tiempo interrumpidos, han retomado su curso. Creo que dentro de poco será fácil enmendar a la multitud”. Epístolas. X, 96: (h. 112 d.C.)

Es de destacar que este testimonio no solo establece la existencia histórica y posterior influencia de Cristo en los seguidores de su época, sino que incluso, constituye el primer testimonio de un escritor pagano de que Cristo era adorado como Dios.

Otro de los testimonios procede de Luciano de Somósata. En su obra De morte Peregrini escrita en la segunda mitad del siglo II dijo:
"Después, por cierto, de aquel hombre a quien siguen adorando, que fue crucificado en Palestina por haber introducido esta nueva religión en la vida de los hombres... además su primer legislador les convenció de que todos eran hermanos y así, tan pronto como incurren en este delito, reniegan de los dioses griegos y en cambio adoran a aquel sofista crucificado y viven de acuerdo a sus preceptos". 
Es interesante que también en este testimonio no solo se deja constancia de los hechos históricos de Jesucristo sino que también se afirma nuevamente que era adorado, y por tanto, considerado Dios. 

Por último, para terminar con los testimonios de los escritores paganos queda el del filosofo sirio Mara bar Serapión. El mismo escribe en el siglo segundo una carta a su hijo en la cual reflexiona sobre lo poco que los pueblos obtienen de matar a sus sabios:
“¿Qué ganaron los atenienses haciendo morir a Sócrates? Como juicio por este crimen, cayeron sobre ellos el hambre y las plagas. ¿Qué ventaja obtuvieron los Samios quemando a Pitágoras? En un momento sus tierras fueron cubiertas por la arena. ¿qué provecho obtuvieron... los hebreos ejecutando a su sabio rey..? Fue después de ello cuando su reino fue abolido. Dios vengó con justicia a estos tres sabios .... los Judíos, en la ruina y expulsados de su tierra, viven en completa dispersión. Pero (aquellos sabios) no murieron baldíamente... Tampoco la muerte del sabio rey fue inútil: vive en las enseñanzas que dejó...” 
Hemos visto los testimonios de personajes procedentes del paganismo. Ahora veremos los testimonios de personajes judíos.

El más importante de ellos es sin duda el historiador Flavio Josefo (37-94). En su libro “Antigüedades de los judíos” hace una famosa reseña sobre Jesucristo conocida como el “Testimonio Flaviano”. En ella narra los problemas surgidos en Judea durante el gobierno de Poncio Pilato (del año 26 al 36). Uno de ellos tiene por protagonista a Cristo:
"En aquel tiempo vivió Jesús, un hombre de gran valor (si es que se le puede llamar hombre, ya que él era) un ejecutor de obras maravillosas, (un maestro de los hombres que reciben la verdad con alegría). El ganó para su causa a muchos judíos y muchos paganos. El era (o parecía ser) el Mesías. Y cuando Pilato, en base a una acusación hecha contra él por nuestros más eminentes hombres, lo condenó a morir en la cruz, aquellos que lo habían seguido antes no se separaron por esto de él (ya que él se apareció de nuevo al tercer día, como los santos profetas lo habían predicho de él, estas y otras mil cosas maravillosas). Aun hoy, la gente de los cristianos que toma su nombre de él, no ha dejado de existir".
Este texto ha sido ampliamente discutido por distanciarse del estilo y el previsible pensamiento del autor lo que hace que sea poco verosímil tal como está mostrado anteriormente. Se cree que en este pasaje se han introducido interpolaciones (mostradas entre paréntesis) procedentes de un copista cristiano probablemente en la segunda mitad del siglo tercero. Bajo esta consideración el texto original seria el siguiente:
"Por aquella época apareció Jesús. Atrajo a si muchos judíos y también a muchos gentiles. Habiendo sido denunciado por los primados del pueblo, Pilato lo condenó al suplicio de la cruz; pero los que antes le habían amado le permanecieron fieles en el amor. De él tomaron su nombre los cristianos, cuya tribu perdura hasta el día de hoy”. 
Ya a fines del siglo tercero y principios del cuarto Eusebio de Cesarea (260-340) conoció el texto de Josefo con dichas interpolaciones. En su Historia Eclesiástica cita a Josefo del siguiente modo:
«Por aquel tiempo vivió Jesús, hombre sabio, si se puede llamarle hombre. Pues era hacedor de extraordinarias obras y maestro de los hombres, que recibían la verdad de buen grado, y se atrajo tanto a judíos como a griegos. Este era el propio Cristo, pero fue condenado a la cruz por Pilato inducido por nuestros primeros padres, aunque los que primero le habían amado no desistieron y al tercer día se les apareció de nuevo vivo. Todo esto e innumerables portentos más ya los habían relatado los profetas de Dios. Además la tribu de cristianos, que tomó el nombre de él, aún no ha desaparecido hasta nuestros días». Historia Eclesiástica de Eusebio de Cesarea, Libro I (Siglo IV)
Sin embargo, se afirma que es poco probable que Josefo haya declarado enfáticamente que Jesús era el Cristo ya que Origenes, un escritor cristiano de la primera mitad del siglo tercero, conoció los pasajes de Josefo que hacen referencia a Juan el bautista, Santiago y Jesús y, no obstante, afirmó que Josefo “no creía en Jesús como el Cristo”. Por otra parte Josefo creía que Vespasiano sería el Mesías y predijo su destino como emperador en el año 67. El cumplimiento de esta profecía en el año 69 lo colocó en el favor del nuevo emperador, se le otorgó una pensión, la ciudadanía romana, una esposa, un terreno en Judea y una casa en Roma que había sido residencia del propio Vespasiano. Con tales dones, es poco probable que haya sido tan licencioso con Jesús como para reconocerlo como Mesías.

Por estas razones se considera que las interpolaciones introducidas por un copista cristiano, probablemente como notas marginales son las siguientes:

"Si es que hombre hay que llamarlo”.
"Este era el Cristo”.
"Pues al cabo de tres días nuevamente se les apareció vivo. Los profetas de Dios tenían dichas estas cosas y otras incontables maravillas acerca de él".

No obstante, a las objeciones presentadas a estos textos como espurios, hay que señalar que Josefo escribe sus Antigüedades de los Judíos en el año 93, es decir, 14 años después de la muerte de Vespasiano (79), de los terribles acontecimientos de la toma de Jerusalén en el año 70 y de la subsiguiente dispersión del pueblo judío. Resulta del todo difícil de creer que Josefo siga pensando en Vespasiano como Mesías. Aunque si es razonable creer que no haya afirmado enfáticamente que Jesús es el Cristo, es muy posible que el curso de los acontecimientos vividos hayan cambiado su forma de pensar y, por tanto, admitido dicha posibilidad.

Esta última aseveración encuentra confirmación en el descubrimiento realizado en el año 1972 por dos profesores de la Universidad Hebrea S. Pines y D. Flusser. Ambos encontraron un manuscrito árabe del siglo X que contenía una versión del texto de Flavio Josefo que al parecer es la autentica. El texto es el siguiente:
"Por aquel entonces hubo un hombre sabio que era llamado Jesús. Y su conducta era buena y se sabía que era virtuoso. Y mucha gente de los judíos y las otras nacionalidades se convirtieron en discípulos suyos. Pilato lo condenó a ser crucificado y muerto. Y aquellos que habían llegado a ser sus discípulos no abandonaron esta condición. Ellos informaron que él se les había aparecido tres días después de su crucifixión y que estaba vivo, así que tal vez era el Mesías sobre el cual los profetas han predicho maravillas".
Es muy interesante que este texto, si bien, como es de esperarse por lo dicho anteriormente, no reconoce a Jesús como el Mesías, si plantea su posibilidad al decir “tal vez era el Mesías". Además incorpora el tercer texto considerado interpolación al decir “Ellos informaron que él se les había aparecido tres días después de su crucifixión y que estaba vivo, así que tal vez era el Mesías sobre el cual los profetas han predicho maravillas".

Finalmente podemos decir de esta referencia de Josefo sobre Jesucristo, de uno u otro modo, establece sin lugar a dudas la existencia e influencia del Jesucristo en la época del gobierno de Poncio Pilato.

El segundo texto de Josefo que hace referencia a Cristo es aquel referido a un incidente acontecido en el año 62 o 63 en el que se afirma:
"...entre tanto subió al pontificado, según dijimos, Anás, el más joven, de índole feroz y extremadamente audaz...Dado su carácter, pensando que había llegado el momento oportuno...., convocó el consejo de jueces y, haciendo presentar a juicio a un pariente del que llamaban Cristo, por nombre Santiago, y algunos otros con él, habiéndolos acusado de reos violadores de la ley, los condenó a ser apedreados". Ant. Jud. XX, 9, 1
Se refiere a Santiago el hermano de Jesucristo. Este fue Obispo de Jerusalén y fue lanzado desde el pináculo del templo por la turba convocada por el sumo sacerdote Anas a fin de obligarlo a aconsejar al pueblo a rechazar el mensaje de Cristo. Como no murió después de su caída fue luego apedreado por la turba. Este es otro pasaje que señala la realidad histórica tanto de Jesús como de la muerte como mártir de su hermano.

Otra fuente de testimonio histórico sobre Jesucristo lo constituye el Talmud hebreo. El mismo es una recopilación de escritos legales y religiosos comprendidos entre el siglo segundo y quinto. En él aparecen varias referencias a Jesús de carácter calumnioso como la que afirma que Jesús y el emperador Tito están en el infierno quemándose en excrementos en ebullición. Veamos solo las más específicas de ellas:
"En la víspera de la fiesta de la pascua se colgó a Jesús. Cuarenta días antes, el heraldo había proclamado: `Es conducido fuera para ser lapidado, por haber practicado la magia y haber seducido a Israel y haberlo hecho apostatar. El que tenga algo que decir en su defensa, que venga y lo diga. Como nadie se presentó para defenderlo, se lo colgó la víspera de la fiesta de pascua" (Sanhedrin 43a) 
Como se observa, ésta es una versión alterada del evento histórico de la ejecución de Jesucristo a fin de adaptarla a la jurisprudencia judía. Se menciona que fue condenado a lapidación y luego habla de colgamiento. Esta aparente contradicción se resuelve al considerar que el lapidamiento era la sentencia aplicable a los casos hechicería y apostasía, algo sobre lo cual también se le acusó como vemos en este otro texto:
“Jesús practicó la brujería y la seducción y llevaba a Israel por el mal camino” Sanedrín 107b. Baraita. También Sotah 47b.
Por otra parte, si los lapidados sobrevivían se los colgaba para ultimar su muerte. Añade además un lapso de 40 días entre la acusación y la condena para estar acorde a los requerimientos jurídicos judíos que en realidad no se tomaron en cuenta. No menciona la crucifixión ya que no era un modo de ejecución que pudieran practicar salvo los romanos, que no son mencionados ni adjudicados como los responsables de su condena.

De todos modos, pese a las deformaciones de esta versión talmúdica de los hechos, establece la historicidad del acontecimiento e identifica con claridad a Jesús en el mismo.

Otro testimonio más lo proporciona Trifón un apologista judío que ataco al cristianismo en el siglo segundo acusándole de tergiversar el antiguo testamento y producir una religión falsa. Sobre Jesús escribió lo siguiente:
"Jesús, el galileo, suscitó una secta impía y enemiga de la ley. Nosotros lo crucificamos. Sus discípulos robaron su cadáver del sepulcro durante la noche. y engañan y seducen a los hombres diciendo que resucitó y subió a los cielos". (Trifón, Diálogo de Justino, siglo II).
Por último, en el año 1961 apareció en el teatro de la capital de Judea, Caesarea Marítima o Palaestina, una inscripción de caliza que recuerda la dedicación de la restauración del Tiberieum por el gobernador o prefecto de Judea Poncio Pilato. Este hallazgo sirvió para corroborar su existencia histórica y su condición de gobernador en ese momento. Algo que contribuye de modo indirecto pero sustancial a verificar la historicidad del propio Jesucristo.



La inscripción tiene el siguiente texto:

]S TIBERIEUM
PON]TIUS PILATUS
PRAEF]ECTUS IUDA[EA]E

Traducido se alcanza a leer:

  ....Tiberieum Poncio Pilato Prefecto de Judea.

Como es posible concluir por lo visto, la evidencia histórica es suficientemente sólida para relegar a los argumentos del Jesús mito al ámbito de una obcecación prejuiciosa carente de rigor y seriedad. F.F. Bruce uno de los mayores expertos sobre la historicidad de Jesús afirmó en su libro “Los documentos del nuevo testamento, ¿Son fiables?” lo siguiente:
“Algunos autores pueden jugar con la fantasía de un ‘mito de Cristo', pero no lo pueden hacer sobre la base de una evidencia histórica. Para un historiador imparcial, la historicidad de Cristo es tan axiomática como la historicidad de Julio César. Un verdadero historiador no puede defender la teoría del “mito de Cristo”. The New Testament Documents: Are They Reliable?, Inter-Varsity Press, 1972, p.119
Finalmente hay que destacar un hecho de poder irrebatible. No hay un solo texto histórico de la época o de siglos posteriores que afirme que Jesucristo nunca existió y fue inventado por sus seguidores. Algo que no hubieran dejado pasar de ningún modo los enemigos del cristianismo tanto romanos como judíos. Hubiera sido para ellos mucho más fácil que para los modernos defensores del Jesús mito negar su existencia basándose en evidencias más accesibles en el tiempo y el espacio, pero no es así. Nadie a podido encontrar texto alguno que niegue la existencia de Jesús.

En conclusión, los anteriores testimonios sobre la realidad histórica de Jesucristo son suficientemente contundentes como para eliminar las reticencias surgidas de la ignorancia, más no de la malicia, ya que, como dice el adagio: 
"No hay peor ciego que el que no quiere ver."

El Cristo de la espada

“No penséis que he venido a traer paz a la tierra, sino espada, porque he venido a poner en enemistad al hombre contra su padre, a la hija contra su madre y a la nuera contra su suegra. Así que los enemigos de un hombre serán los de su propia casa”. Mateo 10:34-36
¿No había venido el Cristo a traer un gobierno de paz a la tierra tal como los profetas anunciaron? ¿No es un mensaje de amor y bondad el eje de su predica? ¿Como Jesús realiza semejante afirmación?.

Esta declaración sorprendente de Jesucristo es usada por algunos, principalmente desde el ateísmo, para arrojar dudas y sombras sobre sus verdaderas intenciones. Sugieren que su mensaje tiene incoherencias y errores que le incapacitan a una resolución de validez y, por lo tanto, debe ser descartado o desmembrado para extraer solo lo que se considere positivo.

Y claro está que, si su mensaje contiene semejante exabrupto, no merece ser creído y por ello, tanto Jesús como su doctrina, debe viajar el basurero de las ideologías espirituales.

Como suele suceder en las apreciaciones sazonadas de malicia e ignorancia, el argumento consiste en extraer el texto del contexto para, con este aislamiento, llevarlo a adaptarse al prejuicio del sujeto de la apreciación.

Un ejemplo de extracción de un texto del contexto es la afirmación de algunos esotéricos que afirman que Jesús declaro la existencia de la reencarnación al decir en Juan 3:3 “De cierto, de cierto te digo que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios”. Si observamos el contexto veremos que en los versos 6 al 8 dice: “Lo que nace de la carne, carne es; y lo que nace del espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene y a dónde va. Así es todo aquel que nace del Espíritu”. Está claro, por ello, que se refiere a un nacimiento espiritual, no a una reencarnación.

En el caso del pasaje inicial, se puede entender mejor si se completan los versos posteriores y, asimilándose el mensaje en el conjunto, vemos que quiso decir Jesús. Veamos el pasaje completo:
“No penséis que he venido a traer paz a la tierra, sino espada, porque he venido a poner en enemistad al hombre contra su padre, a la hija contra su madre y a la nuera contra su suegra. Así que los enemigos de un hombre serán los de su propia casa. El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí, y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. El que halle su vida la perderá; y el que pierda su vida por causa de mi, la hallará”. Mateo 10:34-39
Como es evidente Jesús está profetizando sobre las persecuciones que van a sufrir sus seguidores, y les exhorta a ser fieles en su decisión de seguirle pese a todas las adversidades que padecerán, incluso de sus propios familiares que no creen como ellos en Jesucristo.

En una posterior ocasión, Jesucristo expone esto con más claridad al advertir:
“Pero antes de todas estas cosas os echarán mano, os perseguirán, os entregarán a las sinagogas y a las cárceles, y seréis llevados ante reyes y ante gobernadores por causa de mi nombre. Pero esto os será ocasión para dar testimonio. Proponeos en vuestros corazones no pensar antes como habréis de responder en vuestra defensa, porque yo os daré palabra y sabiduría, la cual no podrán resistir ni contradecir todos los que se opongan. Seréis entregados aún por vuestros padres, hermanos, parientes y amigos, y matarán a algunos de vosotros. Seréis odiados por todos por causa de mi nombre”. Lucas 21:12-17
Sin embargo, esta situación no solo se produjo efectivamente cuando el cristianismo empezó a extenderse y chocar contra los prejuicios religiosos de las sociedades que contactó, sino que se siguen produciendo hoy en día en muchas partes del mundo tanto en sociedades cristianas como no cristianas. Hay muchos casos de conversos al cristianismo cuya profesión de fe les cuesta el repudio de su familia, les puede acarrear la cárcel e incluso la muerte. También esto ha sucedido en los países comunistas del pasado y el presente. Ha habido casos de hijos denunciando a sus padres y padres denunciando a sus hijos. Estos hechos no son en modo alguno el deseo de Dios ni son el propósito del mensaje cristiano, son más bien el resultado del choque espiritual entre el cristianismo y las sociedades y personas hostiles a él. Es esto lo que profetizo Jesús que sucedería. Incluso hoy muchos creyentes de nuestra “cristiana sociedad occidental” siguen sufriendo, en diverso grado, hostilidad por parte de su propia familia a causa de su fe. Dichas dificultades pueden extenderse a su mundo laboral, académico y de amistad, en muchos casos.

Esto, muy probablemente, no es comprendido por la mente de aquellos que, al asumir esta tesis, acaban sin proponérselo siendo parte activa de esta profecía de Jesús.

Lo que Jesús afirma por tanto es, no un alegato a la división familiar, ni al uso de la espada, sino la predicción de las consecuencias de seguirle a él. En otro pasaje él afirma: 
“Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción pero confiad, yo he vencido al mundo”. Juan 16:33
Por último, para completar la correcta interpretación del pasaje inicial, veremos como en el pasaje siguiente Jesús se desvincula de una apología de la violencia según puede observarse:
“Entonces se acercaron y echaron mano a Jesús, y lo prendieron. Pero uno de los que estaban con Jesús, echando mano de su espada, hirió a un siervo del sumo sacerdote y le quito la oreja. Entonces Jesús le dijo: Vuelve tu espada a su lugar, porque todos los que tomen espada, a espada perecerán”. Mateo 26:50-52
No hay pues que extraer un texto del contexto, no solo del texto inmediato, sino tampoco del resto de la obra. Y puede verse en conclusión que la primera venida de Jesucristo a la tierra no solo resultó violenta para él, sino por extensión también violenta para todos sus seguidores verdaderos. Muchos sirvieron de comida para las fieras, fueron crucificados o quemados vivos sirviendo de alumbrado público en diversas vías romanas. De esto hablo Jesús al decir que no traía paz a la tierra sino espada. 

En conclusión, las afirmaciones sobre esta presunta vertiente violenta del mensaje de Jesucristo no son más que pueriles intentos de desprestigiar su mensaje  mediante tendenciosas e irresponsables manipulaciones de lo que en verdad dijo descontextualizando sus palabras. Más bien hay que tener la honestidad de conocer bien la completa extensión de su predicación a fin de hallar el preciso significado de su mensaje.


EL ENFRENTAMIENTO ENTRE JESÚS Y LOS PARTIDOS RELIGIOSOS JUDÍOS

Pero aquí no terminan las acusaciones sobre la pretendida vertiente violenta de Jesucristo. Se asume que sus palabras de condena y reprensión sobre los representantes de los 2 principales partidos religiosos del judaísmo; los fariseos y los saduceos, fueron manifestación de una oposición más subversiva que reformadora. Dicho enfrentamiento alimentó el odio de estos últimos contra él, lo que finalmente precipito su condena y consecuente muerte.

¿Quiénes eran estos fariseos y saduceos?

Ambos grupos formaban dos partidos religiosos. El primero se destaco por defender una observación estricta de la ley dada por Moisés mas un cuerpo voluminoso de tradiciones adquiridas desde su aparición en el siglo II A.C. Surgió como una reacción de defensa de la ortodoxia religiosa frente a la creciente influencia del helenismo durante la dominación griega. Con el tiempo llegaron a dominar la vida religiosa de la nación judía impregnándola de una visión de la piedad sumamente formalista, basada más en la obediencia de una multitud de preceptos que en la piedad del espíritu. 

Los saduceos, por otra parte, formaron la posición opuesta, conservaron el respeto por la ley de Moisés, pero repudiaron toda tradición ortodoxa en aras de una flexibilidad capaz de aceptar el pensamiento griego, más racionalista y renuente a aceptar creencias tales como la resurrección, la retribución en el más allá y la existencia de ángeles y demonios. Por último, cabe decir, que eran personas de elevada instrucción, gran riqueza y con elevados cargos públicos. La casta sacerdotal era fundamentalmente saducea.

Ambos grupos tenían una sólida influencia en el Sanedrín que era el consejo de gobierno judío y, en gran medida, director de la política espiritual de la nación.

¿Cómo surgió entonces el confrontamiento entre Jesucristo y estos partidos religiosos? 

Si tenemos la inquietud de leer el antiguo testamento veremos cuantas veces se repiten los desencuentros entre Dios y el pueblo de Israel. Y así podremos entender como, con más frecuencia que la deseada, Dios, a través de sus profetas, reprendió a Israel tanto por su infidelidad espiritual en unos casos, como por su piedad hipócrita en otros. Cuando recopilamos las abundantes denuncias hechas por los profetas enviados por Dios para reprender a Israel sus desvaríos, y como fueron tratados con persecución y muerte, no nos sorprenderá en absoluto que haya surgido un Juan el Bautista que declaró al ver a los saduceos y fariseos, los herederos espirituales de estos mismos desvaríos, venir hacia el agua con la cual podían ser bautizados:
“¡Generación de víboras! ¿Quién os enseño a huir de la ira venidera? Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, y no penséis decir dentro de vosotros mismos: A Abraham tenemos por padre, porque yo os digo que Dios puede levantar hijos de Abraham aún de estas piedras”. Mateo 3:7-9
Ante estas duras palabras del Juan el Bautista cabe preguntar:

¿Cuál era el problema espiritual de estos fariseos y saduceos?

No se trataba de un pueblo entregado a la idolatría y la influencia pagana como sucedió en épocas pasadas anteriores al exilio babilónico. Ahora se trataba de una espiritualidad falsificada, no muy distinta a la que padece el cristianismo actual. Una espiritualidad de fachada, pero vacía de contenido. Existía sí, gran religiosidad, pero no autentica piedad. Y, lo más importante, no solo practicaban esta falsa espiritualidad sino que conducían con ella a la nación. 

Jesús, que opinaba lo mismo que Juan el Bautista, hace un pormenorizado balance de 8 puntos sobre los extravíos espirituales de estos, y notemos como se parecen estas actitudes a las que podemos observar hoy en día en muchos escribas y fariseos del cristianismo:

1. La justificación por medio de obras y preceptos engorrosos.
“En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos. Así que todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen y no hacen. Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres, pero ellos ni con un dedo quieren moverlas". 
2. La vanagloria espiritual. La búsqueda del honor, poder y prestigio religioso.
“Antes, hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres. Pues ensanchas sus filacterias, y extienden los flecos de sus mantos; y aman las primeras sillas en las sinagogas, y las salutaciones en las plazas, y que los hombres los llamen: Rabí, Rabí. Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; Porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos. Ni seáis llamados maestros; Porque uno es vuestro Maestro, el Cristo. El que es mayor de vosotros, sea vuestro siervo. Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”.
3. El obstruccionismo espiritual basado en una enseñanza falsa.
"Mas ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres; pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando". 
4. El abuso y usufructo de los bienes de los fieles.
"¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque devoráis las casas de las viudas, y como pretexto hacéis largas oraciones; por esto recibiréis mayor condenación".
5. El proselitismo del error.
"¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, le hacéis dos veces mas hijo del infierno que vosotros".
6. Los énfasis equivocados, basados mas en lo material que en lo espiritual.
"¡Ay de vosotros, guías ciegos! Que decís: Si alguno jura por el templo no es nada; pero si alguno jura por el oro del templo es deudor. ¡Insensatos y ciegos porque ¿cuál es mayor, el oro, o el templo que santifica al oro?También decís: Si alguno jura por el altar, no es nada, pero si alguno jura por la ofrenda que está sobre el altar es deudor. ¡Necios y ciegos! Porque ¿cuál es mayor, la ofrenda, o el altar que santifica la ofrenda?. Pues el que jura por el altar, jura por él, y por todo lo que está sobre él; y el que jura por el templo, jura por él y por el que lo habita; y el que jura por el cielo, jura por el trono de Dios, y por aquel que está sentado en él."¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia, y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello. ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito y tragáis el camello!".
7.- La apariencia de piedad, vacía de autentica espiritualidad.
"¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque limpias lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo e injusticia. ¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio".
"¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de injusticia e iniquidad".
8. Su falsa presunción de estar del lado de Dios cuando realmente se oponen a él.
"¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque edificáis los sepulcros de los profetas, y adornáis los monumentos de los justos, y decís: Si hubiésemos vivido en los tiempos de nuestros padres, no hubiésemos sido sus cómplices en la sangre de los profetas. Así que dais testimonio contra vosotros mismos, de que sois hijos de aquellos que mataron a los profetas. ¡Vosotros también llenad la medida de vuestros padres!”.
Observemos ahora como aplica las mismas palabras de Juan el Bautista al sentenciar:
“¡Serpientes, generación de víboras! ¿Cómo escaparéis de la condenación del infierno?”. 
Y luego profetiza:
“Por tanto, he aquí yo os envío profetas y sabios y escribas; y de ellos, a unos mataréis y crucificaréis, y a otros azotaréis en vuestras sinagogas, y perseguiréis de ciudad en ciudad; para que venga sobre vosotros toda la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre de Abel el justo hasta la sangre de Zacarías hijo de Berequías, a quien matasteis entre el templo y el altar. De cierto os digo que todo esto vendrá sobre esta generación”.
Y efectivamente sucedió 40 años después cuando las tropas de general romano Tito sitiaron Jerusalén y destruyeron el templo. Sobre esto se lamenta Jesús al decir:
"¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¿Cuántas veces quise juntar a tus hijos como la gallina junta sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste!
He aquí vuestra casa (el templo de Jerusalén) os es dejada desierta. Porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor”. Mateo 23:2-39
Este duro discurso se realizó en el templo de Jerusalén ante una multitud en la que habían fariseos y saduceos (los escribas eran copistas de las escrituras y entendidos en ellas que podían ser de uno u otro partido religioso). Se pronunció un día después de entrar triunfalmente en la ciudad y a solo dos días antes de ser detenido y condenado a muerte. 

El día anterior ocurrió uno de los eventos más cuestionados de su ministerio y señalados como el mayor exponente de la supuesta vertiente violenta de Jesucristo. Nos referimos a la purificación del templo.
“Vinieron pues a Jerusalén; y entrando Jesús en el templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en el templo; y volcó las mesas de los cambistas; y las sillas de los que vendían palomas; y no consentía que nadie atravesase el templo llevando utensilio alguno. Y les enseñaba diciendo: ¿No está escrito: Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones? Mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.Y lo oyeron los escribas y los principales sacerdotes, y buscaban como matarle; porque le tenían miedo, por cuanto todo el pueblo estaba admirado de su doctrina”. Marcos 11:15-18
¿Cómo se puede entender esta actitud de enojo manifiesto? O dicho de otra forma; ¿El Dios de amor no puede enojarse y reprender?

Definitivamente cuando la Biblia dice que Dios creó al hombre conforme a su imagen y semejanza significa que le confirió un juego de sentimientos afines y sintonizables con su naturaleza. Esto implica que el género humano pueden sentir los mismos tipos de sentimientos que Dios, aunque  los mismos hayan sido desordenados y exacerbados por la rebelión humana contra él. Estos sentimientos abarcan todas las gradaciones entre la complacencia y el enojo como también entre el amor y el odio.

¿Es que Dios puede enojarse y odiar?

Tanto el ateísmo, el ocultismo y el satanismo coinciden en señalar su inadversión a la existencia de un Dios que pueda odiar y castigar la maldad. Prefieren la idea que debería existir más bien un Dios pasota, indiferente al mal y que es tan misericordioso y amoroso que pasa por alto la iniquidad. Que no culpa a nadie, ni tampoco castiga.

¿Un Dios así sería justo? ¿Estaríamos satisfechos de un sistema judicial que no castiga el delito y absuelve a todo delincuente sin castigarlos en proporción a la gravedad de sus actos?

Nuestra mente racional es competente para comprenden que existe un sentido de justicia y que aplicarla deviene en nuestro bien y el de la sociedad.

El Dios de la Biblia es un Dios justo y santo. Esto significa que ama el bien y odia el mal. Premia la justicia y castiga la maldad. El dijo:
“No tendré por inocente al culpable” Nahúm 1:3
Por lo tanto su justicia no desmerece su amor como veremos más adelante.  Por un tiempo puede abstenerse del castigo pero al final lo ejecutará. 

Volvamos al incidente de Jesús en el templo. ¿Por qué se enojo contra los mercaderes hasta el punto de expulsarlos del templo?

Para empezar es conveniente explicar que es el templo, que simboliza y que implicaba y simbolizaba la presencia de mercaderes dentro de sus límites.

El templo era el nexo de reconciliación entre la santidad de Dios y la pecaminosidad del pueblo de Israel y, por extensión, del resto de la humanidad. 

En ella se podía buscar el perdón de los pecados y con ello la reconciliación con Dios. Para lograr este fin Dios instruyo a Moisés una serie de ritos de carácter sacrificial que oficiados por los sacerdotes permitirían perdonar los pecados del pueblo. En ellos cada israelita debía presentar un animal sin defecto, esto último era muy importante porque representaba "sin pecado". El sacerdote lo sacrificaba en el altar como reemplazo del pecador. Ya no tenía que morir el pecador sino el animal inocente pagaba por él. Si el animal tenía algún defecto era descalificado para el sacrificio porque simbolizaba "con pecado".

Todo esto era figura del sacrifico perfecto realizado por el propio Jesucristo. Él era el verdadero cordero de Dios que quita el pecado del mundo y lo era porque fue "sin defecto", es decir, el único ser humano capaz de no haber pecado en toda su vida, algo incluso mucho más difícil y grandioso que su propio suplicio en la cruz. Este ser, por tanto, era el único solvente libre para pagar la fianza por toda la humanidad prisionera en las cárceles de la condenación ya que:
"Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios" Romanos 3:23
Queda decir entonces, que todos estos ritos eran figura del papel sacrificial que haría el Mesías en el futuro hasta su llegada al mundo hace ya 2000 años. Hoy no necesitamos ningún rito sacrificial porque ya se realizó el sacrificio único y verdadero. La celebración de la cena del Señor, también llamada Santa Cena es una ceremonia ordenada por el propio Jesucristo para recordar al mundo que su obra de salvación sigue operándose y realizando frutos en la comunión de los salvados, aquellos que han creído que en él como Dios y Salvador.  

Volviendo al templo en la época de este incidente, los animales para los sacrificios podían conseguirse en las propias haciendas de los interesados o comprarse en un mercado con las condiciones idóneas. Sin embargo, con el tiempo esto se pervirtió y, para facilitar las cosas, comerciantes oportunistas se situaron, ante el beneplácito interesado de las autoridades sacerdotales, en el mismo patio interior del Templo. Con ello la especulación, el oportunismo y las deshonestidades comerciales anidaron en el interior del recinto sagrado. 
La estafa tenía 2 aspectos. El primero era el “impuesto del templo” un tributo que contribuía a los gastos de mantenimiento y conservación del templo, así como también para los salarios de los sacerdotes y escribas. Este impuesto sólo se podía pagar en moneda judía ya que las demás monedas eran consideradas impuras. Como venían muchos judíos de distintas regiones con diferentes monedas tenían que hacer uso necesario de los cambistas y estos cobraban nada más y nada menos que el 50% del monto cambiado. 

El segundo aspecto lo constituían los animales para el sacrificio. Según la Ley cada peregrino podía traer su animal y, si era sin defecto, podía perfectamente ser admitido en el sacrificio. Sin embargo, esto no era lo que sucedía en los tiempos de Jesús. Anás el sumo sacerdote contaba con un equipo de ayudantes que inspeccionaban los animales y, por regla general, rechazaba a los mismos considerándolos inmundos o imperfectos. En estas circunstancias el peregrino se veía obligado a acudir al mercado del templo, es decir, los corrales de Anás, para adquirir un animal adecuado para el sacrificio. De este modo el peregrino no solo pagaba el impuesto del templo para que inspeccionaran a su animal, sino que tenía también que pagar un exorbitante precio por el animal “perfecto” comprado en el corral de Anás.

Por estas razones aquel templo, ante el cual debe de presentarse una ritualidad marcada de estricta pureza, se vio mancillado por maniobras de pecado. 

En estas circunstancias Jesús, el verdadero templo de Dios, llegaba al templo de piedra profanado por las inmoralidades y abusos de sus servidores. 

Si entendemos que el templo simboliza a Cristo y que para ser un sacrifico aceptable a Dios en la cruz necesita ser sin defecto ¿Cómo no entender su enfado al ver su símbolo profanado por este deshonesto  mercadillo a dos días de su grandiosa obra de sacrificio por los pecados de la humanidad?. 

Es por esta razón que él tiene que "purificar" el templo, es decir, restablecerlo a su función correcta y sin ninguna presencia de pecado en sus límites.
“Entonces recordaron los discípulos que está escrito “El celo de tu casa me consumirá”. Juan 2:17
Cuando los fariseos le dijeron:
"¿Qué señal nos muestras ya que haces esto? Respondió Jesús y les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré. Dijeron luego los judíos: en 46 años fue edificado este templo, ¿y tú en tres días lo levantarás? Mas él hablaba del templo de su cuerpo. Por tanto, cuando resucito de entre los muertos, sus discípulos se acordaron que había dicho esto; y creyeron la escritura y la palabra que Jesús había dicho”. Juan 2:18-22
Con esto en mente sabemos la razón por la cual Jesucristo se enfada y expulsa a los mercaderes del templo. Al hacerlo está purificando al símbolo de su cuerpo, el templo, antes de ser sacrificado en la cruz y ser luego restaurado en su resurrección al tercer día. Probando así que es realmente un "cordero sin defecto", es decir, sin pecado.

Veamos ahora como queda el amor y la misericordia de Dios. Él no pasa por alto el pecado y indefectiblemente lo castigará. Su santidad y justicia no le permiten pasarlo por alto.

Si sabemos que todos hemos pecado, sea mucho o poco, y según las escrituras "La paga del pecado es la muerte" Romanos 6:23. (Se refiere a la muerte espiritual; la eterna separación de Dios, no a la muerte física, ya que de ser así todos estaríamos muertos); 

¿Cómo se satisface la justicia de Dios y que, aún así, puedan haber seres humanos salvos de la condenación?

Como Dios odia el mal y castiga el pecado con la muerte, debió establecer una salida, una forma de satisfacer su justicia y al mismo tiempo perdonar y restaurar.

En este punto podremos ahora entender el amor y misericordia de Dios ya que:
"Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros" Romanos 5:8
"Porque de tal manera amo Dios al mundo que ha dado (para el sacrificio) a su hijo unigénito para que todo aquel que en él cree no se pierda mas tenga vida eterna". Juan 3:16
En conclusión entendemos que Dios dio a su propio hijo. Que él pago a sus expensas y sufrió lo que habría sufrido Abraham de no haber impedido que sacrificara a su hijo Isaac, siendo esto una figura del gran acontecimiento futuro en el que el propio hijo de Dios sería sacrificado deliberadamente por los pecados de la humanidad.

Estimado lector, los golpes, las bofetadas, los escupitajos, las espinas, la burla, los insultos, los 39 latigazos de la flagelación así como los clavos que le atravesaron en la cruz, la asfixia y la sed producto de su gran pérdida de sangre fueron, y son, la satisfacción de la justicia de Dios en proporción de la gravedad y crudeza de tus propios pecados, y de los míos.  

Después de todo esto corresponde preguntar: 

¿Es una falta al amor reprender el mal?

Definitivamente No. Dios ama a la humanidad en general, y a Israel, en particular. No obstante, es consecuente con su amor denunciar y castigar el mal como un buen padre lo hace con el hijo al que ama.

Ya estaba escrito en el libro de Proverbios 1000 años antes de Cristo:
“No menosprecies hijo mío, el castigo de Jehová, ni te fatigues de su corrección; Porque Jehová al que ama castiga, Como el padre al hijo a quien quiere”. Proverbios 3: 11-12
¿Es una afrenta al amor denunciar y castigar el delito?

Toda nación tiene un sistema de administración de la justicia que, aún no siendo perfecto, es necesario y deseado para combatir el mal.

El amor no significa pusilanimidad frente al mal. Vemos como Jesucristo, la mayor manifestación del amor de Dios a la humanidad, con arrojo y valentía lo denunció y eso le costó la vida.

¿Vamos a decir ahora que Jesucristo se desdijo de su prédica de amor al prójimo porque denuncio el desvarío espiritual de Israel y por extensión del resto de la humanidad?

Él les dijo a sus victimarios en la cruz:
“Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.  Lucas 23:34
Jesucristo no se desdijo de su prédica de amor porque murió por sus acusadores a fin de que sean salvos al creer en él. De hecho, con posterioridad a estos acontecimientos, tal como se narra en los Hechos de los Apóstoles, tanto judíos como no judíos que participaron en menor o mayor medida en los mismos luctuosos hechos, creyeron en él y así fueron hechos hijos de Dios.
Aquella luz verdadera que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. Juan 1:9-12
¿De qué lado estas?

¿Un Mesías fracasado?

“Señor, ¿restaurarás el reino de Israel en este tiempo? 
Les dijo: 
No os toca a vosotros saber los tiempos o las ocasiones que el Padre puso en su sola potestad; pero recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra.” Hechos 1:6-8
Los discípulos de Jesús esperaban que él cumpliera con el principal objetivo del anuncio profético mesiánico: La restauración del reino de Israel. Sin embargo, fueron testigos de un ministerio secular, casi escondido, no militar ni político que empezó, se desarrolló y terminó, pero no se produjo ninguna independencia del dominio romano ni se alcanzo la cumbre del poder que se suponía debería haberse producido. Es entonces cuando formulan esta pregunta, que parafraseada sería: 

¿Si, reconociendo que tu eres el Mesías, y vemos que Israel no ha sido restaurado aún, lo harás en el corto plazo? 

Con esta pregunta demuestran que aún no tenían claro de que fase del cumplimiento profético habían sido testigos. 

La respuesta de Jesús, en cambio, resulta una evasiva deliberada para redirigir el foco de atención de sus seguidores a otra misión. La restauración de Israel es pues, según su declaración, un tema del futuro más no del presente inmediato. 

¿Entonces era realmente el Mesías esperado o un pretendiente a serlo que fracaso?. 

Para responder a esta pregunta hay que profundizar sobre cuáles son los roles y fines que el Mesías de Israel debe realizar según lo revelado en las escrituras hebreas. 

Para hacerlo escrutaremos varios pasajes del antiguo testamento para tener una idea sobre lo que esperaban y hasta qué punto dichas expectativas de liberación política nacional eran el principal efecto del Mesías sobre la nación de Israel. También se verá que los religiosos de la época no tenían una acertada idea de las fases y alcances de la actuación mesiánica. 

Desde el punto de vista de los doctores de la ley el Mesías tendría el siguiente carácter: 

Ser descendiente del rey David. 
Restaurar el reino de Israel. 
Convertir a Israel en la primera potencia mundial. 
Establecer un reino de justicia y paz eterno, no substituido por otro. 

Esta visión del Mesías político era la más común. Pero será falaz decir que era la única. También existían gentes con una expectativa más espiritual. Un ejemplo es Simeón, este hombre ya anciano declaró, al tomar en sus brazos a un Jesús de apenas 8 días de nacido, lo siguiente: 
“Ahora, señor, despides a tu siervo en paz, conforme a tu palabra, porque han visto mis ojos tu salvación, la cual has preparado en presencia de todos los pueblos; luz para revelación a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel." Lucas 2:29-32 
Aquí, Simeón entiende otros puntos sobre lo que debe ser el Mesías: 

Un salvador. 
Luz para revelación a todos los pueblos no judíos. 
Gloria de Israel. 

En cualquier caso la expectativa se centra en alguien muy especial, el cual es Mesías, lo que proviene del hebreo Mashiah que significa el ungido por Dios. La forma griega es Christos, de lo cual resulta que Jesucristo significa: “Jesús el ungido de Dios”. Pero, ¿Qué significa ungido? Ungido es alguien autorizado para un función concreta. Los reyes de Israel, no todos, fueron ungidos para tal función por un profeta dirigido por Dios a fin de autorizarlos para dicha función. También los sacerdotes tenían que ser ungidos (autorizados) para ejercer los oficios sacerdotales y otros personajes como los patriarcas Abraham e Isaac, e incluso el rey persa Ciro, que favoreció a Israel en el retorno y reconstrucción posteriores al exilio babilónico, fueron llamados ungidos de Dios. 

De acuerdo a esto el Mesías, esto es, el Ungido, es aquel a quien Dios le da autoridad y poder para restablecer el reino de Israel y llevarlo a la primacía. Veamos dos pasajes claves para mostrarnos esta visión: 
“Vienen días, dice Jehová, en que levantaré a David renuevo justo, y reinará como Rey, el cual será dichoso y actuará conforme al derecho y la justicia en la tierra. En sus días será salvo Judá, e Israel habitará confiado; y este será su nombre con el cual lo llamarán; Jehová, justicia nuestra”. Jeremías 23:5-6 
Con este pasaje queda claro el anuncio profético de un descendiente de David que llega ser rey de Israel y lo lleva a una grandeza con seguridad, justicia y paz. 
"El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; a los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos. Multiplicaste la gente y aumentaste la alegría. Se alegraren delante de ti como se alegran en la siega, como se gozan al repartirse el botín. Porque tú quebraste su pesado yugo, la vara de su hombro y el cetro de su opresor, como en el día de Madian. Porque todo calzado que lleva el guerrero en el tumulto de la batalla y todo manto revolcado en sangre, serán quemados, pasto del fuego. Porque un niño nos es nacido, hijo nos ha sido dado, y el principado sobre su hombro. Se llamará su nombre “Admirable consejero”, “Dios fuerte”, “Padre eterno”, “Príncipe de paz”. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán limite sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y justicia desde ahora y para siempre.” Isaías 9:1-7 
En ambos pasajes vemos a un libertador de la opresión y el dominio de otras naciones sobre Israel. Alguien que llevará a la grandeza a esta nación. Pero no es un hombre cualquiera, los títulos que el segundo pasaje contiene resultarían blasfemos para el propio David como también a cualquier descendiente suyo. Además, ¿no resulta excesivo predecir el establecimiento de un reino eterno? No obstante, estas son las grandiosas expectativas con las cuales los israelitas de los tiempos de Cristo contaban. 

Veamos ahora desde dicho ángulo los resultados del ministerio de Jesucristo. Nace en tiempos de la dominación romana de Judea. Realiza un ministerio de 3 años en el cual muestra su mensaje. Muere crucificado por orden de Poncio Pilato a petición de los religiosos judíos. Se forma una secta judía que más adelante se conocerían como cristianos. Dicha secta sería repudiada por el sector religioso judío y repudiado también por el orden romano. No hubo ningún amago de asalto al poder por parte de este Mesías. Roma siguió dominando. La agitación social siguió en aumento hasta llegar a su punto culminante en los tiempos del emperador Vespasiano. En el año 70 de nuestra era, las tropas del general Tito, hijo del emperador antes señalado, llevo sus ejércitos a Judea y, tras un largo y sangriento asedio, se devasto Jerusalén, se quemo el templo y una gran cantidad de población fue llevada al exilio. Más adelante, en el 132, se completo el trabajo con una segunda diáspora. El territorio de Judea, hogar de la nación judía, fue desarraigado y paso de la dominación a un estado mucho peor, la dispersión radical de su pueblo, situación que duraría más de 18 siglos hasta la instauración del estado de Israel en 1948. 

Visto desde esta perspectiva el cumplimiento de las expectativas mesiánicas sobre Jesucristo es un completo desastre. 

Y claro está que muchos, dados estos resultados, afirmarán que Jesucristo en modo alguno sería el Mesías esperado sino alguien totalmente ajeno a dicha categoría. 

¿Es esto cierto? 

Para llegar a cualquier errónea conclusión se necesitan dos cosas, o la combinación de ambas; datos incorrectos o datos incompletos. Y lo segundo es lo que explica este caso. 

Si nos atenemos a los 2 pasajes antes mostrados, así como otros que enfaticen el reinado del Mesías e ignoramos otros pasajes llegaremos a esta errónea conclusión. 

¿Estaba la muerte del Mesías, e incluso ciertos detalles de la crucifixión señalados en el registro profético? 
La idea de un Mesías que llega a gobernar y permanece intacto sin otro rol a protagonizar, ni problemas, es bastante ajeno al registro profético como veremos. Ya el profeta Daniel menciona enfáticamente la muerte del Mesías; “Después de las sesenta y dos semanas se quitara la vida al Mesías y nada ya le quedará.” Daniel 9:26. En este texto, que luego analizaremos, nos habla de que el Mesías sufre violencia, y esta hasta la muerte. El profeta Isaías, en el capítulo 53, describe al Siervo sufriente de Jehová que padecerá, morirá y resucitará con un propósito redentor. Redimir significa pagar la deuda de otro para restablecer su libertad o alguna posesión. En el caso que aquí se aplica el propósito redentor del Mesías es pagar por las culpas de la humanidad para satisfacer la justicia de Dios que exige el castigo del pecado con la muerte. Para ello se ofreció a si mismo siendo sin pecado, como los corderos sin defecto requeridos para los holocaustos, en lugar del resto de la humanidad que si a pecado y cuya muerte no tendría valor para redimir su propia vida espiritual. 

Leamos atentamente el pasaje mencionado y notemos como 7 siglos antes de Cristo el profeta Isaías escribe con varios giros en los tiempos verbales y en primera persona plural esta precisa descripción de los hechos y propósito de la pasión de Jesucristo: 
“He aquí que mi siervo será prosperado, será engrandecido y exaltado, será puesto muy en alto. Como se asombraron de ti muchos. Pues de tal manera estaba desfigurada su apariencia, que su aspecto no parecía el de un ser humano, así asombra él a muchas naciones. Los reyes cerrarán ante él la boca, porque verán lo que nunca les fue contado y entenderán lo que jamás habían oído. ¿Quién ha creído nuestro anuncio y sobre quien se ha manifestado el brazo de Jehová? Subirá cual renuevo delante de él, como raíz de tierra seca. No hay hermosura en él, ni esplendor; le veremos más sin atractivo alguno para que lo apreciemos. 
Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en sufrimiento; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado y no lo estimamos. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores, ¡pero nosotros lo tuvimos por azotado, como herido y afligido por Dios! Más él fue herido por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados. Por darnos la paz, cayó sobre él el castigo, y por sus llagas fuimos nosotros curados. 
Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se aparto por su camino; más Jehová cargo en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; Por medio de violencia y de juicio fue quitado; y su generación ¿quien la contará? Porque fue arrancado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido. Se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte. Aunque nunca hizo maldad ni hubo engaño en su boca, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándolo a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá descendencia, vivirá por largos días y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada. Verá el fruto de la aflicción de su alma y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará sobre si las iniquidades de ellos. Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los poderosos repartirá el botín; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos y orado por los transgresores.”Isaías 52:13-15 y 53:1-12 
Del anterior pasaje se desprenden las siguientes conclusiones sobre el Mesías: 

• Padecerá persecución y muerte. 
• Existe una fase de su acción sobre el mundo que tendrá un carácter espiritual, no político. Con objeto de expiar el pecado de la humanidad. 
• Resucitará. El texto habla con claridad de que muere pero luego vuelve a la vida para ser exaltado. 

Como se observa el Mesías tiene una misión espiritual importante que cumplir antes de realizar su misión política. 

Pero, en relación con los alcances, ¿era el objetivo redimir e iluminar sólo al pueblo de Israel o a toda la humanidad? Veamos otro pasaje de Isaías: 
“él dice: ‘Poco es para mí que solo seas mi siervo para levantar a las tribus de Jacob y restaurar el resto de Israel; también te he dado por luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta lo último de la tierra'”. Isaías 
Esto también lo cito el apóstol Pablo cuando su mensaje, el evangelio, fue rechazado por los judíos de Antioquia de Pisidia; “A vosotros a la verdad, era necesario que se os hablara primero la palabra de Dios; pero puesto que la desecháis y nos os juzgáis dignos de la vida eterna, nos volvemos a los gentiles (no judíos), porque así nos ha mandado el Señor diciendo: “Te he puesto para luz de los gentiles, a fin de que seas para salvación hasta lo último de la tierra”. Hechos 13:46-47.

Por lo tanto concluimos que el Mesías tenía una primera etapa profética que implicaba una obra espiritual no limitada a Israel sino extensiva a toda la humanidad. 

Hablemos ahora de tiempos. 

¿Estaba definido que existiría un lapso de tiempo considerable y desconocido interpuesto entre una primera fase del cumplimiento profético y otra segunda fase para la restauración de Israel? 

Veamos ahora al profeta Daniel quien es aquel que puede darnos más pistas sobre el orden cronológico de los eventos históricos relacionados con el Mesías. Existen 3 profecías con importantes referentes históricos para hilvanar el orden y los tiempos de cumplimiento; el sueño de Nabucodonosor, la visión de la cuatro bestias y la profecía de las 70 semanas. De estas, la más espectacular es la última y por ello la referiremos a continuación: 
“Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación poner fin al pecado y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, sellar la visión y la profecía y ungir al Santo de los santos. Sabe, pues, y entiende que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas y sesenta y dos semanas; se volverán a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos. Después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, y nada ya le quedará. El pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario, su final llegará como una inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones. Por otra semana más confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrifico y la ofrenda. Después, con la muchedumbre de las abominaciones, vendrá el desolador, hasta que venga la consumación y lo que está determinado se derrame sobre el desolador” Daniel 9:24-27 
En el pasaje se mencionan 4 períodos: 

• 7 semanas de años que implican 49 años referidos a la reconstrucción del templo y la ciudad de Jerusalén posteriores al exilio babilonio. 
• 62 semanas que conforman el período hasta la muerte del Mesías. 
• Un período de tiempo indefinido entre las semanas 69 y 70. Acontece la muerte del Mesías, la destrucción de Jerusalén y el templo y los desastres subsecuentes. No se especifica la duración de este período. 
• La semana 70, la última semana del cumplimiento profético. En ella se producirán los últimos acontecimientos antes del dominio final del Mesías. 
Luego de completadas estas 70 semanas. Llega la segunda etapa del mensaje profético mesiánico. Es decir, el reinado político del Mesías sobre Israel y el mundo. 

¿Se ha cumplido esta profecía? 

En el primer período existieron 4 decretos para restaurar el templo; 1 de Ciro, 1 de Darío y 2 de Artajerjes. Sin embargo, solo el último cumple con la orden de la reconstrucción del templo y de la ciudad. Este decreto se promulgo en el año 445 a.C. El tiempo transcurrido entre el decreto y la consolidación de Jerusalén y el templo de Zorobabel, son consistentes con los 49 años mencionados. También son absolutamente históricos los acontecimientos angustiosos que soportaron por la oposición y amenaza de amonitas y árabes. Los libros de Esdras y Nehemias narran dichas dificultades. 

Para el segundo período de 62 semanas de años se puede computar sumando las 7 semanas de primer período y las 62 semanas de años del segundo dándonos 483 años de 360 días, convirtiendo a los años de nuestra cronología actual resultan 476 que restados a los 445 antes de nuestra era menos 1, ya que no existe el año cero, resulta aproximadamente el año 30 de nuestra era. 

Dicho año coincide con el término del ministerio de Jesús al cabo del cual fue muerto tal como lo profetizo Daniel. 

En el tercer período se producen acontecimientos que encajan perfectamente con las devastaciones del año 70, cuando las tropas del general Tito, hijo del emperador Vespasiano, sitiaron Jerusalén y destruyeron el templo. 

Jesucristo también profetizo sobre los acontecimientos del tercer período: 
“Cuando veáis a Jerusalén sitiada por ejércitos, sabed entonces que ha llegado su destrucción. Entonces, los que estén en Judea, huyan a los montes; los que estén en medio de la ciudad, salgan; y los que estén en los campos, no entren en ella. Porque éstos son días de venganza, para que se cumplan todas las cosas que están escritas. 
Ay de las que estén encintas y de las que críen en aquellos días! Porque habrá grande calamidad sobre la tierra e ira sobre este pueblo. Caerán a filo de espada y serán llevados cautivos a todas las naciones. Jerusalén será pisoteada por los gentiles hasta que se cumplan los tiempos de los gentiles. “Lucas 21:20-24 
Podemos concluir que salvo la semana setenta, la profecía de Daniel se ha cumplido brillantemente, y nada indica que no se cumpla el resto. Queda por tanto descartada la objeción de que los acontecimientos posteriores al ministerio de Jesús no correspondan a las expectativas mesiánicas tal y como están contempladas en las escrituras hebreas. 

Finalmente podemos responder a la pregunta inicial que Jesucristo no es un Mesías fracasado sino que si cumplió la profecía hasta su primera fase como Salvador. Queda pendiente su papel de Rey para el futuro como el mismo lo afirmo al declarar su segundo retorno con poder y gloria. Acontecimiento del 4 período, es decir, de la semana 70: 
“Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas. Y en la tierra habrá angustia de las naciones por la confusión ante el rugido del mar y del oleaje. Los hombres se desmayarán a causa del terror y de la expectación de las cosas que sobrevendrán al mundo habitado, porque los poderes de los cielos serán sacudidos. Entonces verán al Hijo del Hombre viniendo en una nube, con poder y gran gloria.” Lucas 21:25-27 
Esto es consistente con la siguiente profecía hebrea: 
"Los hombres se meterán en las cavernas de las peñas y en las aberturas de la tierra, a causa de la temible presencia de Jehová y del esplendor de su majestad, cuando se levante para hacer temblar la tierra. En aquel día los hombres arrojarán a los topos y a los murciélagos sus ídolos de plata y sus ídolos de oro que habían hecho para adorarlos, a fin de meterse en las grietas de las rocas y en las hendiduras de las peñas, a causa de la temible presencia de Jehová y del esplendor de su majestad, cuando Jehová se levante para hacer temblar la tierra." Isaías 2:19-21
Después de todo lo visto. 

¿Por qué entonces no fue reconocido como Mesías por los religiosos judíos de la época? 

Jesús dijo: 
"No penséis que he venido para abolir la ley o los profetas; no he venido para abolir, sino para cumplir." 
Pero fue precisamente este nuevo cumplimiento el que indigesto a los religiosos judíos de entonces. Para ellos, los basamentos de su relación con Dios no deberían ser alterados. Su visión era la de un judaísmo con un Mesías que no conlleve cambios en los siguientes puntos: 

•  La naturaleza de la tradición religiosa existente. 
•  La justificación por la observancia de la ley. 
•  La envergadura humana de su fe. 

En relación al primer punto Jesús no les dijo que dejaran de cumplir los preceptos de la ley de Moisés pues él mismo los observó, pero no como los fariseos y escribas. Aquellos llenaron la ley de nuevos preceptos y lo llevaron a una rigidez vacua de autentica espiritualidad sin verdadera adoración y obediencia a Dios. Es esto, y no un absurdo antisemitismo, como algunos maliciosamente han sostenido, lo que Jesús condenaba al reprenderles en repetidas ocasiones. Ya en los profetas del antiguo testamento están presentes muchas mas reprensiones a la infidelidad o hipocresía de Israel en diferentes puntos de su historia, y no por ello podríamos decir que dichos profetas y Dios, que les ordeno decir lo que dijeron, son antisemitas. 

En varias ocasiones Jesús respondió a sus acusadores religiosos citando al profeta Oseas 6:6 “Misericordia quiero y no sacrificio”. Y no es la única referencia a los profetas como se muestra en el siguiente episodio: 
“Entonces se acercaron a Jesús ciertos escribas y fariseos de Jerusalén diciendo: ¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de los ancianos?, pues no se lavan las manos cuando comen pan. Respondiendo él, les dijo: 
Porqué también vosotros quebrantáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición? Dios mandó diciendo: “Honra a tu padre y a tu madre”, y “el que maldiga al padre o a la madre sea condenado a muerte”, pero vosotros decís: “Cualquiera que diga a su padre o su madre: ‘Es mi ofrenda a Dios todo aquello con que pudiera ayudarte', ya no ha de honrar a su padre o a su madre”. Así habéis invalidado el mandamiento de Dios por vuestra tradición. Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo: 
“Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí, pues en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres”. Mateo 15:1-9 
Del mismo modo que aquellos fariseos de entonces, hoy existen fariseos judíos y cristianos que son buenos religiosos, pero vacuos creyentes. No pueden pues creer y reconocer al Hijo, sino no creen y honran al Padre en verdad. 

En relación con el segundo punto, Jesucristo trajo un cambio de paradigma trascendental: El nuevo pacto por su sangre. El era ahora el sacrificio por todos los pecados pasados, presentes y futuros. Ya no era pues necesaria la figura de la ofrenda por los pecados consistente en un animal sacrificado en el templo. Él sería la ofrenda. De allí la inspirada afirmación del sumo sacerdote Caifas al decir: "Nos conviene que un hombre muera por el pueblo y no que todo la nación perezca". Juan 11:50 

La justificación sería ahora por la fe en él y traería un nuevo poder para vencer al pecado y transformar vidas que la justificación por la observancia perfecta de la ley jamás podía lograr. Ya lo profetizó el profeta Ezequiel al decir: 
"Os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros. Quitaré de vosotros el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. Pondré dentro de vosotros mi espíritu, y haré que andéis en mis estatutos y que guardéis mis preceptos y los pongáis por obra". Ezequiel 36:26-27 
Por último, en relación con el tercer punto, el alcance de la salvación por la fe en Cristo estaba destinado a toda la humanidad. Empezando con los judíos y extendiéndose a todos los pueblos de la tierra. 

Todos estos elementos chocaban con el petrificado sistema religioso del judaísmo ortodoxo de la época como sucede también con el actual. 

Pero no por ello deja de ser el autentico Mesías judío profetizado en las escrituras hebreas. 

Hoy en día existe un amplio sector del judaísmo en el mundo que reconoce a Jesús como su Mesías y comparten la misma fe con el cristianismo autentico sin dejar de observar las tradiciones judías. Estos se llaman judíos mesiánicos. 

Finalmente queda decir que Jesucristo no es en modo alguno un Mesías fracasado. Su misión expiatoria ha sido cumplida y la fase final de su etapa profética como rey queda aún pendiente de su grandioso cumplimiento. 

Y es posible que algunos de nosotros estemos vivos para verlo.