lunes, 29 de julio de 2013

El Cristo de la espada

“No penséis que he venido a traer paz a la tierra, sino espada, porque he venido a poner en enemistad al hombre contra su padre, a la hija contra su madre y a la nuera contra su suegra. Así que los enemigos de un hombre serán los de su propia casa”. Mateo 10:34-36
¿No había venido el Cristo a traer un gobierno de paz a la tierra tal como los profetas anunciaron? ¿No es un mensaje de amor y bondad el eje de su predica? ¿Como Jesús realiza semejante afirmación?.

Esta declaración sorprendente de Jesucristo es usada por algunos, principalmente desde el ateísmo, para arrojar dudas y sombras sobre sus verdaderas intenciones. Sugieren que su mensaje tiene incoherencias y errores que le incapacitan a una resolución de validez y, por lo tanto, debe ser descartado o desmembrado para extraer solo lo que se considere positivo.

Y claro está que, si su mensaje contiene semejante exabrupto, no merece ser creído y por ello, tanto Jesús como su doctrina, debe viajar el basurero de las ideologías espirituales.

Como suele suceder en las apreciaciones sazonadas de malicia e ignorancia, el argumento consiste en extraer el texto del contexto para, con este aislamiento, llevarlo a adaptarse al prejuicio del sujeto de la apreciación.

Un ejemplo de extracción de un texto del contexto es la afirmación de algunos esotéricos que afirman que Jesús declaro la existencia de la reencarnación al decir en Juan 3:3 “De cierto, de cierto te digo que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios”. Si observamos el contexto veremos que en los versos 6 al 8 dice: “Lo que nace de la carne, carne es; y lo que nace del espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene y a dónde va. Así es todo aquel que nace del Espíritu”. Está claro, por ello, que se refiere a un nacimiento espiritual, no a una reencarnación.

En el caso del pasaje inicial, se puede entender mejor si se completan los versos posteriores y, asimilándose el mensaje en el conjunto, vemos que quiso decir Jesús. Veamos el pasaje completo:
“No penséis que he venido a traer paz a la tierra, sino espada, porque he venido a poner en enemistad al hombre contra su padre, a la hija contra su madre y a la nuera contra su suegra. Así que los enemigos de un hombre serán los de su propia casa. El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí, y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. El que halle su vida la perderá; y el que pierda su vida por causa de mi, la hallará”. Mateo 10:34-39
Como es evidente Jesús está profetizando sobre las persecuciones que van a sufrir sus seguidores, y les exhorta a ser fieles en su decisión de seguirle pese a todas las adversidades que padecerán, incluso de sus propios familiares que no creen como ellos en Jesucristo.

En una posterior ocasión, Jesucristo expone esto con más claridad al advertir:
“Pero antes de todas estas cosas os echarán mano, os perseguirán, os entregarán a las sinagogas y a las cárceles, y seréis llevados ante reyes y ante gobernadores por causa de mi nombre. Pero esto os será ocasión para dar testimonio. Proponeos en vuestros corazones no pensar antes como habréis de responder en vuestra defensa, porque yo os daré palabra y sabiduría, la cual no podrán resistir ni contradecir todos los que se opongan. Seréis entregados aún por vuestros padres, hermanos, parientes y amigos, y matarán a algunos de vosotros. Seréis odiados por todos por causa de mi nombre”. Lucas 21:12-17
Sin embargo, esta situación no solo se produjo efectivamente cuando el cristianismo empezó a extenderse y chocar contra los prejuicios religiosos de las sociedades que contactó, sino que se siguen produciendo hoy en día en muchas partes del mundo tanto en sociedades cristianas como no cristianas. Hay muchos casos de conversos al cristianismo cuya profesión de fe les cuesta el repudio de su familia, les puede acarrear la cárcel e incluso la muerte. También esto ha sucedido en los países comunistas del pasado y el presente. Ha habido casos de hijos denunciando a sus padres y padres denunciando a sus hijos. Estos hechos no son en modo alguno el deseo de Dios ni son el propósito del mensaje cristiano, son más bien el resultado del choque espiritual entre el cristianismo y las sociedades y personas hostiles a él. Es esto lo que profetizo Jesús que sucedería. Incluso hoy muchos creyentes de nuestra “cristiana sociedad occidental” siguen sufriendo, en diverso grado, hostilidad por parte de su propia familia a causa de su fe. Dichas dificultades pueden extenderse a su mundo laboral, académico y de amistad, en muchos casos.

Esto, muy probablemente, no es comprendido por la mente de aquellos que, al asumir esta tesis, acaban sin proponérselo siendo parte activa de esta profecía de Jesús.

Lo que Jesús afirma por tanto es, no un alegato a la división familiar, ni al uso de la espada, sino la predicción de las consecuencias de seguirle a él. En otro pasaje él afirma: 
“Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción pero confiad, yo he vencido al mundo”. Juan 16:33
Por último, para completar la correcta interpretación del pasaje inicial, veremos como en el pasaje siguiente Jesús se desvincula de una apología de la violencia según puede observarse:
“Entonces se acercaron y echaron mano a Jesús, y lo prendieron. Pero uno de los que estaban con Jesús, echando mano de su espada, hirió a un siervo del sumo sacerdote y le quito la oreja. Entonces Jesús le dijo: Vuelve tu espada a su lugar, porque todos los que tomen espada, a espada perecerán”. Mateo 26:50-52
No hay pues que extraer un texto del contexto, no solo del texto inmediato, sino tampoco del resto de la obra. Y puede verse en conclusión que la primera venida de Jesucristo a la tierra no solo resultó violenta para él, sino por extensión también violenta para todos sus seguidores verdaderos. Muchos sirvieron de comida para las fieras, fueron crucificados o quemados vivos sirviendo de alumbrado público en diversas vías romanas. De esto hablo Jesús al decir que no traía paz a la tierra sino espada. 

En conclusión, las afirmaciones sobre esta presunta vertiente violenta del mensaje de Jesucristo no son más que pueriles intentos de desprestigiar su mensaje  mediante tendenciosas e irresponsables manipulaciones de lo que en verdad dijo descontextualizando sus palabras. Más bien hay que tener la honestidad de conocer bien la completa extensión de su predicación a fin de hallar el preciso significado de su mensaje.


EL ENFRENTAMIENTO ENTRE JESÚS Y LOS PARTIDOS RELIGIOSOS JUDÍOS

Pero aquí no terminan las acusaciones sobre la pretendida vertiente violenta de Jesucristo. Se asume que sus palabras de condena y reprensión sobre los representantes de los 2 principales partidos religiosos del judaísmo; los fariseos y los saduceos, fueron manifestación de una oposición más subversiva que reformadora. Dicho enfrentamiento alimentó el odio de estos últimos contra él, lo que finalmente precipito su condena y consecuente muerte.

¿Quiénes eran estos fariseos y saduceos?

Ambos grupos formaban dos partidos religiosos. El primero se destaco por defender una observación estricta de la ley dada por Moisés mas un cuerpo voluminoso de tradiciones adquiridas desde su aparición en el siglo II A.C. Surgió como una reacción de defensa de la ortodoxia religiosa frente a la creciente influencia del helenismo durante la dominación griega. Con el tiempo llegaron a dominar la vida religiosa de la nación judía impregnándola de una visión de la piedad sumamente formalista, basada más en la obediencia de una multitud de preceptos que en la piedad del espíritu. 

Los saduceos, por otra parte, formaron la posición opuesta, conservaron el respeto por la ley de Moisés, pero repudiaron toda tradición ortodoxa en aras de una flexibilidad capaz de aceptar el pensamiento griego, más racionalista y renuente a aceptar creencias tales como la resurrección, la retribución en el más allá y la existencia de ángeles y demonios. Por último, cabe decir, que eran personas de elevada instrucción, gran riqueza y con elevados cargos públicos. La casta sacerdotal era fundamentalmente saducea.

Ambos grupos tenían una sólida influencia en el Sanedrín que era el consejo de gobierno judío y, en gran medida, director de la política espiritual de la nación.

¿Cómo surgió entonces el confrontamiento entre Jesucristo y estos partidos religiosos? 

Si tenemos la inquietud de leer el antiguo testamento veremos cuantas veces se repiten los desencuentros entre Dios y el pueblo de Israel. Y así podremos entender como, con más frecuencia que la deseada, Dios, a través de sus profetas, reprendió a Israel tanto por su infidelidad espiritual en unos casos, como por su piedad hipócrita en otros. Cuando recopilamos las abundantes denuncias hechas por los profetas enviados por Dios para reprender a Israel sus desvaríos, y como fueron tratados con persecución y muerte, no nos sorprenderá en absoluto que haya surgido un Juan el Bautista que declaró al ver a los saduceos y fariseos, los herederos espirituales de estos mismos desvaríos, venir hacia el agua con la cual podían ser bautizados:
“¡Generación de víboras! ¿Quién os enseño a huir de la ira venidera? Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, y no penséis decir dentro de vosotros mismos: A Abraham tenemos por padre, porque yo os digo que Dios puede levantar hijos de Abraham aún de estas piedras”. Mateo 3:7-9
Ante estas duras palabras del Juan el Bautista cabe preguntar:

¿Cuál era el problema espiritual de estos fariseos y saduceos?

No se trataba de un pueblo entregado a la idolatría y la influencia pagana como sucedió en épocas pasadas anteriores al exilio babilónico. Ahora se trataba de una espiritualidad falsificada, no muy distinta a la que padece el cristianismo actual. Una espiritualidad de fachada, pero vacía de contenido. Existía sí, gran religiosidad, pero no autentica piedad. Y, lo más importante, no solo practicaban esta falsa espiritualidad sino que conducían con ella a la nación. 

Jesús, que opinaba lo mismo que Juan el Bautista, hace un pormenorizado balance de 8 puntos sobre los extravíos espirituales de estos, y notemos como se parecen estas actitudes a las que podemos observar hoy en día en muchos escribas y fariseos del cristianismo:

1. La justificación por medio de obras y preceptos engorrosos.
“En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos. Así que todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen y no hacen. Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres, pero ellos ni con un dedo quieren moverlas". 
2. La vanagloria espiritual. La búsqueda del honor, poder y prestigio religioso.
“Antes, hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres. Pues ensanchas sus filacterias, y extienden los flecos de sus mantos; y aman las primeras sillas en las sinagogas, y las salutaciones en las plazas, y que los hombres los llamen: Rabí, Rabí. Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; Porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos. Ni seáis llamados maestros; Porque uno es vuestro Maestro, el Cristo. El que es mayor de vosotros, sea vuestro siervo. Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”.
3. El obstruccionismo espiritual basado en una enseñanza falsa.
"Mas ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres; pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando". 
4. El abuso y usufructo de los bienes de los fieles.
"¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque devoráis las casas de las viudas, y como pretexto hacéis largas oraciones; por esto recibiréis mayor condenación".
5. El proselitismo del error.
"¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, le hacéis dos veces mas hijo del infierno que vosotros".
6. Los énfasis equivocados, basados mas en lo material que en lo espiritual.
"¡Ay de vosotros, guías ciegos! Que decís: Si alguno jura por el templo no es nada; pero si alguno jura por el oro del templo es deudor. ¡Insensatos y ciegos porque ¿cuál es mayor, el oro, o el templo que santifica al oro?También decís: Si alguno jura por el altar, no es nada, pero si alguno jura por la ofrenda que está sobre el altar es deudor. ¡Necios y ciegos! Porque ¿cuál es mayor, la ofrenda, o el altar que santifica la ofrenda?. Pues el que jura por el altar, jura por él, y por todo lo que está sobre él; y el que jura por el templo, jura por él y por el que lo habita; y el que jura por el cielo, jura por el trono de Dios, y por aquel que está sentado en él."¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia, y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello. ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito y tragáis el camello!".
7.- La apariencia de piedad, vacía de autentica espiritualidad.
"¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque limpias lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo e injusticia. ¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio".
"¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de injusticia e iniquidad".
8. Su falsa presunción de estar del lado de Dios cuando realmente se oponen a él.
"¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque edificáis los sepulcros de los profetas, y adornáis los monumentos de los justos, y decís: Si hubiésemos vivido en los tiempos de nuestros padres, no hubiésemos sido sus cómplices en la sangre de los profetas. Así que dais testimonio contra vosotros mismos, de que sois hijos de aquellos que mataron a los profetas. ¡Vosotros también llenad la medida de vuestros padres!”.
Observemos ahora como aplica las mismas palabras de Juan el Bautista al sentenciar:
“¡Serpientes, generación de víboras! ¿Cómo escaparéis de la condenación del infierno?”. 
Y luego profetiza:
“Por tanto, he aquí yo os envío profetas y sabios y escribas; y de ellos, a unos mataréis y crucificaréis, y a otros azotaréis en vuestras sinagogas, y perseguiréis de ciudad en ciudad; para que venga sobre vosotros toda la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre de Abel el justo hasta la sangre de Zacarías hijo de Berequías, a quien matasteis entre el templo y el altar. De cierto os digo que todo esto vendrá sobre esta generación”.
Y efectivamente sucedió 40 años después cuando las tropas de general romano Tito sitiaron Jerusalén y destruyeron el templo. Sobre esto se lamenta Jesús al decir:
"¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¿Cuántas veces quise juntar a tus hijos como la gallina junta sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste!
He aquí vuestra casa (el templo de Jerusalén) os es dejada desierta. Porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor”. Mateo 23:2-39
Este duro discurso se realizó en el templo de Jerusalén ante una multitud en la que habían fariseos y saduceos (los escribas eran copistas de las escrituras y entendidos en ellas que podían ser de uno u otro partido religioso). Se pronunció un día después de entrar triunfalmente en la ciudad y a solo dos días antes de ser detenido y condenado a muerte. 

El día anterior ocurrió uno de los eventos más cuestionados de su ministerio y señalados como el mayor exponente de la supuesta vertiente violenta de Jesucristo. Nos referimos a la purificación del templo.
“Vinieron pues a Jerusalén; y entrando Jesús en el templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en el templo; y volcó las mesas de los cambistas; y las sillas de los que vendían palomas; y no consentía que nadie atravesase el templo llevando utensilio alguno. Y les enseñaba diciendo: ¿No está escrito: Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones? Mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.Y lo oyeron los escribas y los principales sacerdotes, y buscaban como matarle; porque le tenían miedo, por cuanto todo el pueblo estaba admirado de su doctrina”. Marcos 11:15-18
¿Cómo se puede entender esta actitud de enojo manifiesto? O dicho de otra forma; ¿El Dios de amor no puede enojarse y reprender?

Definitivamente cuando la Biblia dice que Dios creó al hombre conforme a su imagen y semejanza significa que le confirió un juego de sentimientos afines y sintonizables con su naturaleza. Esto implica que el género humano pueden sentir los mismos tipos de sentimientos que Dios, aunque  los mismos hayan sido desordenados y exacerbados por la rebelión humana contra él. Estos sentimientos abarcan todas las gradaciones entre la complacencia y el enojo como también entre el amor y el odio.

¿Es que Dios puede enojarse y odiar?

Tanto el ateísmo, el ocultismo y el satanismo coinciden en señalar su inadversión a la existencia de un Dios que pueda odiar y castigar la maldad. Prefieren la idea que debería existir más bien un Dios pasota, indiferente al mal y que es tan misericordioso y amoroso que pasa por alto la iniquidad. Que no culpa a nadie, ni tampoco castiga.

¿Un Dios así sería justo? ¿Estaríamos satisfechos de un sistema judicial que no castiga el delito y absuelve a todo delincuente sin castigarlos en proporción a la gravedad de sus actos?

Nuestra mente racional es competente para comprenden que existe un sentido de justicia y que aplicarla deviene en nuestro bien y el de la sociedad.

El Dios de la Biblia es un Dios justo y santo. Esto significa que ama el bien y odia el mal. Premia la justicia y castiga la maldad. El dijo:
“No tendré por inocente al culpable” Nahúm 1:3
Por lo tanto su justicia no desmerece su amor como veremos más adelante.  Por un tiempo puede abstenerse del castigo pero al final lo ejecutará. 

Volvamos al incidente de Jesús en el templo. ¿Por qué se enojo contra los mercaderes hasta el punto de expulsarlos del templo?

Para empezar es conveniente explicar que es el templo, que simboliza y que implicaba y simbolizaba la presencia de mercaderes dentro de sus límites.

El templo era el nexo de reconciliación entre la santidad de Dios y la pecaminosidad del pueblo de Israel y, por extensión, del resto de la humanidad. 

En ella se podía buscar el perdón de los pecados y con ello la reconciliación con Dios. Para lograr este fin Dios instruyo a Moisés una serie de ritos de carácter sacrificial que oficiados por los sacerdotes permitirían perdonar los pecados del pueblo. En ellos cada israelita debía presentar un animal sin defecto, esto último era muy importante porque representaba "sin pecado". El sacerdote lo sacrificaba en el altar como reemplazo del pecador. Ya no tenía que morir el pecador sino el animal inocente pagaba por él. Si el animal tenía algún defecto era descalificado para el sacrificio porque simbolizaba "con pecado".

Todo esto era figura del sacrifico perfecto realizado por el propio Jesucristo. Él era el verdadero cordero de Dios que quita el pecado del mundo y lo era porque fue "sin defecto", es decir, el único ser humano capaz de no haber pecado en toda su vida, algo incluso mucho más difícil y grandioso que su propio suplicio en la cruz. Este ser, por tanto, era el único solvente libre para pagar la fianza por toda la humanidad prisionera en las cárceles de la condenación ya que:
"Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios" Romanos 3:23
Queda decir entonces, que todos estos ritos eran figura del papel sacrificial que haría el Mesías en el futuro hasta su llegada al mundo hace ya 2000 años. Hoy no necesitamos ningún rito sacrificial porque ya se realizó el sacrificio único y verdadero. La celebración de la cena del Señor, también llamada Santa Cena es una ceremonia ordenada por el propio Jesucristo para recordar al mundo que su obra de salvación sigue operándose y realizando frutos en la comunión de los salvados, aquellos que han creído que en él como Dios y Salvador.  

Volviendo al templo en la época de este incidente, los animales para los sacrificios podían conseguirse en las propias haciendas de los interesados o comprarse en un mercado con las condiciones idóneas. Sin embargo, con el tiempo esto se pervirtió y, para facilitar las cosas, comerciantes oportunistas se situaron, ante el beneplácito interesado de las autoridades sacerdotales, en el mismo patio interior del Templo. Con ello la especulación, el oportunismo y las deshonestidades comerciales anidaron en el interior del recinto sagrado. 
La estafa tenía 2 aspectos. El primero era el “impuesto del templo” un tributo que contribuía a los gastos de mantenimiento y conservación del templo, así como también para los salarios de los sacerdotes y escribas. Este impuesto sólo se podía pagar en moneda judía ya que las demás monedas eran consideradas impuras. Como venían muchos judíos de distintas regiones con diferentes monedas tenían que hacer uso necesario de los cambistas y estos cobraban nada más y nada menos que el 50% del monto cambiado. 

El segundo aspecto lo constituían los animales para el sacrificio. Según la Ley cada peregrino podía traer su animal y, si era sin defecto, podía perfectamente ser admitido en el sacrificio. Sin embargo, esto no era lo que sucedía en los tiempos de Jesús. Anás el sumo sacerdote contaba con un equipo de ayudantes que inspeccionaban los animales y, por regla general, rechazaba a los mismos considerándolos inmundos o imperfectos. En estas circunstancias el peregrino se veía obligado a acudir al mercado del templo, es decir, los corrales de Anás, para adquirir un animal adecuado para el sacrificio. De este modo el peregrino no solo pagaba el impuesto del templo para que inspeccionaran a su animal, sino que tenía también que pagar un exorbitante precio por el animal “perfecto” comprado en el corral de Anás.

Por estas razones aquel templo, ante el cual debe de presentarse una ritualidad marcada de estricta pureza, se vio mancillado por maniobras de pecado. 

En estas circunstancias Jesús, el verdadero templo de Dios, llegaba al templo de piedra profanado por las inmoralidades y abusos de sus servidores. 

Si entendemos que el templo simboliza a Cristo y que para ser un sacrifico aceptable a Dios en la cruz necesita ser sin defecto ¿Cómo no entender su enfado al ver su símbolo profanado por este deshonesto  mercadillo a dos días de su grandiosa obra de sacrificio por los pecados de la humanidad?. 

Es por esta razón que él tiene que "purificar" el templo, es decir, restablecerlo a su función correcta y sin ninguna presencia de pecado en sus límites.
“Entonces recordaron los discípulos que está escrito “El celo de tu casa me consumirá”. Juan 2:17
Cuando los fariseos le dijeron:
"¿Qué señal nos muestras ya que haces esto? Respondió Jesús y les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré. Dijeron luego los judíos: en 46 años fue edificado este templo, ¿y tú en tres días lo levantarás? Mas él hablaba del templo de su cuerpo. Por tanto, cuando resucito de entre los muertos, sus discípulos se acordaron que había dicho esto; y creyeron la escritura y la palabra que Jesús había dicho”. Juan 2:18-22
Con esto en mente sabemos la razón por la cual Jesucristo se enfada y expulsa a los mercaderes del templo. Al hacerlo está purificando al símbolo de su cuerpo, el templo, antes de ser sacrificado en la cruz y ser luego restaurado en su resurrección al tercer día. Probando así que es realmente un "cordero sin defecto", es decir, sin pecado.

Veamos ahora como queda el amor y la misericordia de Dios. Él no pasa por alto el pecado y indefectiblemente lo castigará. Su santidad y justicia no le permiten pasarlo por alto.

Si sabemos que todos hemos pecado, sea mucho o poco, y según las escrituras "La paga del pecado es la muerte" Romanos 6:23. (Se refiere a la muerte espiritual; la eterna separación de Dios, no a la muerte física, ya que de ser así todos estaríamos muertos); 

¿Cómo se satisface la justicia de Dios y que, aún así, puedan haber seres humanos salvos de la condenación?

Como Dios odia el mal y castiga el pecado con la muerte, debió establecer una salida, una forma de satisfacer su justicia y al mismo tiempo perdonar y restaurar.

En este punto podremos ahora entender el amor y misericordia de Dios ya que:
"Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros" Romanos 5:8
"Porque de tal manera amo Dios al mundo que ha dado (para el sacrificio) a su hijo unigénito para que todo aquel que en él cree no se pierda mas tenga vida eterna". Juan 3:16
En conclusión entendemos que Dios dio a su propio hijo. Que él pago a sus expensas y sufrió lo que habría sufrido Abraham de no haber impedido que sacrificara a su hijo Isaac, siendo esto una figura del gran acontecimiento futuro en el que el propio hijo de Dios sería sacrificado deliberadamente por los pecados de la humanidad.

Estimado lector, los golpes, las bofetadas, los escupitajos, las espinas, la burla, los insultos, los 39 latigazos de la flagelación así como los clavos que le atravesaron en la cruz, la asfixia y la sed producto de su gran pérdida de sangre fueron, y son, la satisfacción de la justicia de Dios en proporción de la gravedad y crudeza de tus propios pecados, y de los míos.  

Después de todo esto corresponde preguntar: 

¿Es una falta al amor reprender el mal?

Definitivamente No. Dios ama a la humanidad en general, y a Israel, en particular. No obstante, es consecuente con su amor denunciar y castigar el mal como un buen padre lo hace con el hijo al que ama.

Ya estaba escrito en el libro de Proverbios 1000 años antes de Cristo:
“No menosprecies hijo mío, el castigo de Jehová, ni te fatigues de su corrección; Porque Jehová al que ama castiga, Como el padre al hijo a quien quiere”. Proverbios 3: 11-12
¿Es una afrenta al amor denunciar y castigar el delito?

Toda nación tiene un sistema de administración de la justicia que, aún no siendo perfecto, es necesario y deseado para combatir el mal.

El amor no significa pusilanimidad frente al mal. Vemos como Jesucristo, la mayor manifestación del amor de Dios a la humanidad, con arrojo y valentía lo denunció y eso le costó la vida.

¿Vamos a decir ahora que Jesucristo se desdijo de su prédica de amor al prójimo porque denuncio el desvarío espiritual de Israel y por extensión del resto de la humanidad?

Él les dijo a sus victimarios en la cruz:
“Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.  Lucas 23:34
Jesucristo no se desdijo de su prédica de amor porque murió por sus acusadores a fin de que sean salvos al creer en él. De hecho, con posterioridad a estos acontecimientos, tal como se narra en los Hechos de los Apóstoles, tanto judíos como no judíos que participaron en menor o mayor medida en los mismos luctuosos hechos, creyeron en él y así fueron hechos hijos de Dios.
Aquella luz verdadera que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. Juan 1:9-12
¿De qué lado estas?

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